Tenía que llegar. Nadie tenía dudas. Así como cuando las cosas iban viento en popa era obvio que los momentos de bajón iban a llegar, también pasaba en el otro bando, en ese que hay que estar cuando las cosas no van tan sobre ruedas como antes. Se sabía que las victorias volverían porque este equipo, aunque no por su juego vistoso, sí destaca por su trabajo y profesionalidad y, más aún si lo comparamos, no tanto en número, pero sí en sensaciones, con el Oviedo de Hierro.
Este grupo sabe de la importancia que tiene en Oviedo el fútbol y hoy, ante un gran rival, como es el Granada., se supo competir. Comenzaba el partido con un Granada que, aunque no generó ocasiones de peligro claras, sí que saltó al encharcado césped del Carlos Tartiere más enchufado que los azules, demostrando por qué van por encima en la tabla. Aún así, los muchachos de Juan Antonio Anquela supieron aguantar bien el envite devolviendo los golpes nazaríes con jugadas a balón parado que tampoco consiguieron mover el marcador.
Al filo del descanso, intercambio de golpes
Pero se acercaba el descanso y el pescado se comenzaba a vender. Tras un centro lateral salido de las botas del potente extremo izquierda del equipo granadino, Darwin Machís, Mossa cometió un error más propio de alevines que de jugador profesional, cabecear el balón tratando de despejarlo al punto de penalti. Allí bien situado y falto de marca, estaba Pierre Kunde, que controló tranquilamente la pelota con el pecho y fusiló abajo a Alfonso Herrero para que los fantasmas volvieran a revolotear sobre las cabezas de los aficionados del feudo carbayón.
No tardó la respuesta del conjunto azul, que vino tras una jugada a balón parado que salió rechazada y aprovechándose de que sus defensas centrales aún se encontraban en posición de remate. Aarón abrió la pelota a la banda para que la recibiese Carlos Hernández, el andaluz no pudo llegar ya que el defensa visitante, El 'Chico' Flores despejó con la cabeza a córner, cosa que su guardameta, Javi Varas, quiso evitar.
Cuando el balón estaba sobre la línea, a muchos de los espectadores seguramente se le viniese a la cabeza la imagen de una de las famosas ligas de Tenerife que perdió el Real Madrid. El que más fe tuvo fue Hernández, que atento a la pérdida protagonizada por Varas, asistió a Forlín para subir el empate al marcador justo antes del intermedio.
Tras el descanso el Oviedo salió mas metido
Aupados por el tanto del empate, el Real Oviedo saltó al campo tras la reanudación ligeramente más metido que el cuadro nazarí, aunque como ocurriera en la primera mitad, esa intensidad no se transformó en goles, sino que más bien se fue diluyendo paulatinamente y las fuerzas se equilibraron. El Granada pareció reconquistar el terreno perdido tras la vuelta al campo hasta que acabó por perderlo en una de las pocas combinaciones del Real Oviedo.
Llegar y besar el santo
Aunque al contrario de lo que se pensaba a lo largo de la semana, Steven no saltó al césped de inicio, sí que lo hizo desde el banquillo y, la verdad, no lo pudo hacer de mejor manera. En el segundo balón que tocó, para dentro. Justo lo que necesitaban Anquela y los suyos. El gol. La salsa del fútbol. El debut soñado de un muchacho canterano, que lleva la cifra de 16 tantos en Tercera División, categoría que, por cierto, lideran.
El chaval, que tras el partido dijo estar "muy contento con un debut soñado", le dio tres puntos de oro a un Oviedo que vuelve a dormir en posiciones del playoff de ascenso, empatando a su rival de hoy, un Granada que perdió una oportunidad de oro tanto compitiendo por el ascenso como por el premio de mejor local de la categoría, ampliando la racha del conjunto carbayón hasta los siete meses sin perder en casa.