Desde la llegada del binomio Mateu Alemany-Marcelino Gª Toral la alegría y el orgullo del valencianismo con su equipo han vuelto con una contundencia indiscutible. Este cambio radical con respecto a las dos temporadas anteriores se ha dado gracias a una combinación de sensatez y coherencia con trabajo duro y profesionalidad.

En lo deportivo, la campaña del equipo che se resume en unas semifinales de Copa y un cuarto puesto en la clasificación con doce puntos sobre el quinto. Sin embargo, la planificación deportiva no cesa y ya se empieza a pensar a medio plazo, y más después de la crucial victoria del Sánchez-Pizjuán. Tal triunfo supuso un paso de gigante para alcanzar la tan soñada plaza de UEFA Champions League y ahora surge una bifurcación en el camino de los planteamientos del cuerpo técnico. ¿Apostar claramente por aquellos jugadores que van a continuar en las filas valencianistas la próxima temporada (ejemplo: Ferran Torres) o priorizar los resultados actuales con jugadores más hechos como Andreas Pereira o Luciano Vietto para escalar puestos en la clasificación?

La apuesta lógica de la continuidad (Markos Pous)

Muchos han sido los méritos de Marcelino comandando la plantilla valencianista, quizás el más sorprende haya sido su capacidad de “reconversión” de los fichajes procedentes de los banquillos de grandes de Europa (Kondogbia, Murillo, Paulista o Neto) y con los jugadores sucumbidos en el caos de la etapa Ayestarán-Neville como Santi Mina, Ezequiel Garay, Dani Parejo o Rodrigo Moreno.

Así pues, merece una mención especial el giro de 180 grados de estos dos últimos, quienes fueron de los más criticados en el pasado y que en el último partido escenificaron la mayor de las redenciones al salir ovacionados de Mestalla para celebrar, además, su convocatoria con la selección española.

En el partido contra el Alavés se respiraba un gran clima de felicidad por toda la grada y eso contagió (o viceversa) al equipo, que realizó uno de los mejores encuentros de la temporada, demostrando jugar libre de presiones al ver la Champions League más cerca. Por ello se debe tomar decisiones que hagan llegar al club che con los deberes hechos antes que el resto de competidores. Afortunadamente, los intereses valencianistas están en buenas manos y así se han encargado de ganarse la confianza tanto Alemany como el míster.

Debido a esto, la hoja de ruta para el tramo final de temporada debe ser continuista (viendo los buenos resultados hasta el momento) y apostar decididamente por aquellos jugadores que vayan a seguir disfrutando de Mestalla el próximo curso futbolístico. Así pues, si por alguien se la ha jugado el Valencia CF actualmente es por Ferran Torres. El extremo de Foios, nacido en el año 2000, renovó recientemente hasta 2020 aumentando su cláusula de rescisión a una cantidad de 25 millones con la condición de obtener ficha del primer equipo.

Por tanto, se demuestra la confianza depositada en uno de los últimos diamantes en brutos formados en Paterna. Todo fruto de la política de confianza en los canteranos anunciada por Mateu Alemany tras el Mundial sub-17. Cabe recordar que en aquel torneo participaron jugadores como Abel Ruíz (FC Barcelona) o Víctor Chust (Real Madrid) que fueron formados en las instalaciones valencianistas. Estos casos de “fuga de talento”, junto a otros como los de Nabil Touaizi (Manchester City) o Leo Coira (Boca Juniors) no son en absoluto del agrado del directivo mallorquín.

Además, a su vez sirve para crear precedente e implantar un espejo en el que futuras estrellas como Kangin Lee o Hugo Guillamón, que vienen golpeando fuerte la puerta de Mestalla, puedan observar que hay un espacio reservado para ellos en el primer equipo (sin olvidar que actualmente Marcelino ya cuenta con hasta seis jugadores procedentes de la cantera).

"Ferrán realizó un gran partido en San Mamés"

Por esos motivos, una declaración de intenciones, para continuar con la apuesta por los activos propios, es otorgarle a jugadores como Torres el protagonismo que otros como Andreas Pereira -cedido por el Manchester United- no ha consagrado y por quien no se intentará extender la relación contractual como sí se hará por Gonçalo Guedes -propiedad del Paris Saint Germain-.

Así pues, el colchón de puntos obtenido y la buena dinámica del equipo fortalecen los argumentos para considerar que la plaza Champions no corre peligro, tanto como la mentalidad ganadora que el entrenador les ha inculcado desde el primer momento. Pero por encima de todo, el mayor de los motivos para creer en él es el nivel mostrado por Ferran en los 130 minutos disputados en LaLiga y con mayor valor añadido, el partido que partió como titular en el Nuevo San Mamés donde fue uno de los jugadores más destacados.

Cuanto más arriba, mejor (Carlos Lázaro Cepeda)

Al Valencia CF se le ha presentado una oportunidad única de ser algo más que un equipo de Champions League la próxima temporada y debería aprovecharlo por varias razones.

En primer lugar, por motivos económicos. A pesar de que hay una propiedad detrás como Meriton, la salud económica del club no es especialmente boyante. Prueba de ello son los encajes de bolillos que han tenido que hacer Alemany y Marcelino para confeccionar una plantilla que, a día de hoy, tiene opciones reales de disputar el subcampeonato.

Con el nuevo reparto televisivo aprobado por los clubes de LaLiga, la posición en la tabla supone un factor determinante en la cuota variable de ingresos que se obtienen por los derechos televisivos. Del total de los 1387,5 millones de euros que se reparten entre los 20 clubes de Primera, una mitad se reparte equitativamente entre todos mientras que la otra se reparte porcentualmente en función de la clasificación.

De este modo, el primero percibe el 17%, el segundo el 15%, el tercero un 13% y el cuarto un 11%. Por lo tanto, entre quedar segundo o cuarto se podría dejar de ganar cerca de cuatro millones de euros que bien podrían desahogar al club de las limitaciones del Fair Play Financiero. Cifra que podría ampliarse hasta los siete millones de euros por posición ganada si se consigue mantener en los puestos de Liga de Campeones durante las próximas cinco temporadas.

Pero no es solo una cuestión monetaria, en segundo lugar es una cuestión de prestigio. Durante las dos últimas temporadas, el Valencia ha cosechado dos duodécimas posiciones que se alejan mucho de los verdaderos objetivos y la historia de la entidad.

El conjunto che ha paseado el escudo por los campos de Primera División durante dos campañas completas y ahora es de recibo para la afición luchar por él hasta que no quede ni una sola gota de energía en los jugadores. Esto implica tener la ambición para quedar lo más arriba posible cuando se presenta la oportunidad.

Actualmente el Valencia es cuarto, un punto por debajo del tercero, el Real Madrid, y a cinco de segundo, el Atlético de Madrid. Es cierto que el golaveraje lo tiene en contra con ambos equipos pero la distancia de puntos ni mucho menos es insalvable.

"Un subcampeonato en LaLiga, para un club como el Valencia, da lustre"

La última vez que el equipo blanquinegro se consiguió colar en el podio de LaLiga fue en la temporada 2011/12, la última de Unai Emery al cargo. Al técnico vasco, que situó al equipo tercero en tres de las cuatro temporadas que dirigió al club, siempre se le recriminó quedar tan lejos de los líderes en liga cuando no tenía apenas armas para competir con ellos. Pero se le exigía, porque con ambición se llega a todos lados y el Valencia CF se caracteriza, precisamente, por su ambición.

Entonces, ¿qué cambia ahora cuando el Valencia está ahí? ¿Por qué a Emery se le exigía más cuando no estaba realmente cerca y ahora, que el club sí lo está, no se le pide ese plus?

Es un hecho que, con la clasificación a Champions encarrilada, la competición liguera parece un buen campo de pruebas para dar minutos a jóvenes canteranos que probablemente vayan a ser del primer equipo la temporada que viene pero, ¿no va siendo hora de cambiar de discurso, otra vez, y ser más ambiciosos? La respuesta es sí. En la medida que todos los seguidores sean conscientes de las limitaciones del equipo, se les debe exigir hasta que sea posible.

La lógica dice que la plantilla del Valencia es netamente inferior a la de sus dos actuales rivales, tanta por calidad como por cantidad pero cuenta con el factor a favor de no tener distracciones. El Atlético de Madrid tiene el frente abierto de la Europa League además de una plantilla castigada por las lesiones y menguada por la venta de Carrasco y Gaitán a China. El Real Madrid, por su parte, tiene entre ceja y ceja volver a ser campeón de Europa y salvar la temporada. El Valencia no tiene nada de eso.

Pero, a pesar de todas estas razones, parece que se asume desde la afición que con quedar cuarto la temporada ya es un éxito y, en efecto, lo es. Sin embargo, la posibilidad de terminar por delante del bicampeón de Europa y del Atlético de Madrid del Cholo Simeone no es cualquier cosa.

Un subcampeonato en LaLiga, para un club como el Valencia, da lustre y mandaría una señal de poder al resto de clubes, tanto de España como de Europa, sobre las capacidades que tiene el actual equipo de Marcelino. No es un premio menor, ni de consolación. El Valencia no está para grandes gestas como la de pelear el título pero si a cualquier seguidor che le hubiesen dicho a principio de temporada que el equipo tendría opciones reales de quedar segundo o tercero por delante de dos clubes, a día de hoy muy grandes, ninguno habría dado crédito.

Espolear a jugadores como Ferran Torres o incluso dar la oportunidad de debutar a Kangin Lee está bien y puede aportarle mucho al club de cara al futuro. Se aseguraría de que obtienen minutos de calidad en Primera División sin someterles a una presión excesiva.

Sin embargo, el hecho de mirar al futuro no compensa la posibilidad real de quedar segundo o tercero, lo que aseguraría un buen puñado de millones en el banco además del prestigio pertinente.

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