El Celta de Vigo visitaba al Real Madrid Castilla en busca de dar por concluida su mala racha a domicilio. El equipo madridista andaba en proceso de reencontrarse con su mejor juego, del cual no dejaba constancia desde varias jornadas atrás. El resultado no fue el esperado y los gallegos se dieron el lujo de volver a saborear la victoria lejos del norte.

Comenzaba el partido con dominio de los pupilos de Solari. Sin embargo, la primera ocasión clara llegaría de las botas de Juan Hernández, que con un simple giro se zafó de la defensa madridista y cruzó en exceso el balón de la portería de Belman. Poco después llegaría el lamento de Fidalgo tras atinar un cabezazo a centro de Tejero que se marchó por encima del travesaño. A partir de ese preciso instante el balón adquirió color blanco y no se separó de las botas que portaban los jugadores merengues. La constante posesión del Castilla, con Quezada y Óscar como directores de orquesta, se transformó en el primer tanto del Celta. Sin culminar las jugadas ni lograr superar la posesión el balón llegó a Agus Medina, que mediante un sensacional pase vertical dejó a Dejan Drazic solo ante el portero y el serbio no perdonó.

La reacción local fue instantánea. Cristo se plantó solo ante Sotres y sacó un derechazo que levantó a la afición del Di Stéfano, pero el resultado no fue el esperado. El balón se estrelló en el poste de la portería y la ilusión del empate se esfumó en segundos. Tras ello, el combate se niveló y el combinado gallego entró en la pugna por el esférico pese al lento ritmo del partido. Buscaban los centrocampistas merengues romper la línea defensiva rival, pero no lograron cumplir con la labor ante la falta de espacios y de atino a la hora de la puesta en escena. El Madrid no se fue al descanso sin intentarlo por última vez. Tejero probó fortuna desde la frontal del área al hacerse con un mal centro y el balón, directo entre los tres palos, los sacó a duras penas el guardameta. Así se llegó al descanso, esperado por el equipo celtista tras sufrir un continuo fusilamiento en el último tramo del primer asalto.

Los muchachos de Rubén Albés salieron de los vestuarios con un lavado de cara total, se hicieron con la posesión y ralentizaron el ritmo del partido. Una vez más un centro lateral se transformó en medio gol, sin embargo, el otro medio no llegó. Tejero, como comenzaba a ser habitual, colgó el balón al corazón del área donde apareció Reguilón como una bala. El balón no encontraría puerta e instantáneamente pasaría a control de los futbolistas que vestían de negro. Entre ellos destacaba Drazic, que el gol no le pausó y continuó brindando a su equipo de electricidad y espacios.

Sobre el verde se plasmaron dos estilos de juego completamente enfrentados. Mientras unos buscaban poner tierra de por medio mediante ataques pausados y pases cortos, otros generaban peligro a base de otorgar velocidad al balón con pases verticales sin eficacia alguna. Drazic se vio obligado a abandonar el terreno de juego por lesión, lo que supuso un alivio en la defensa del Madrid. Los minutos se le echaban encima al equipo de Solari y se encontraban a expensas de una reacción que, hasta el momento, parecía no ocurrir.

El partido llegaba a su fin y la única fuente de peligro la encontró Óscar a balón parado. El '10' blanco lo intentó en numerosas ocasiones, y en todas ellas apareció Sotres para evitar el posible empate. Sin tiempo para más, se confirmó el fin a la larga racha atravesada por el Celta. Por su parte, el Castilla no mostró atisbos de mejora, lo que dejó ciertamente descontenta a su afición.

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