En la mayoría de los clubes, no solo en el fútbol, sino tambien en otros deportes, los deportistas vienen, van, se mueven por interesés, por dinero, son recordados tan solo cuando visten la remera del equipo al que apoyas. Óscar Trejo no es así, no es así en Gijón, ¿quién no puede acordarse de Óscar Trejo?

El argentino, nacido en Santiago de Estero hace 29 años, jugó en el Real Sporting de Gijón durante tan solo dos temporadas.  Llegó en 2012 procedente de la Segunda División española, curiosamente, de su actual club y próximo rival del Sporting, el Rayo, y llegaba con unos números tal vez insuficientes, con 9 goles y 0 asistencias en 40 partidos. En su primera campaña con el Sporting, fue un jugador muy importante, disputando 33 de los 38 partidos de liga, anotando cuatro goles y dando tres asistencias. Números flojos, escasos, pero un jugador que hacía más de lo que denotan las estadísticas. Aquel año el equipo no daba para más, el descenso se consumió y el Sporting volvía a Segunda, otra vez.

Fue en segunda un jugador del que se esperaba ser el timón para devolver inmediatamente al equipo a Primera. Disputó 38 partidos, los 38 de titular, y anotó 5 tantos. El equipo no lograba el objetivo, pero los domingos merecían un poco más la pena si jugaba el argentino. Tras su andadura en Gijón, el Toulouse francés le ficha y allí milita durante cuatro temporadas, hasta que este año es contactado por el Rayo y vuelve. Un equipo madrileño que, muy astutamente y sin hacer ruido, se ha llevado a uno de los jugadores más diferenciales de la categoría.

El Molinón-Enrique Castro Quini acogerá uno de los mejores partidos que se pueden ver en la categoría, y el toque, la clase, la visión de juego y el golpeo del argentino, sean en vano, durante los 90 minutos, por el bien del Sporting.