Era un día de perros en Lugo. Lluvia, viento y frío se entremezclaban creando un clima más propicio para ser una tarde de esas de 'peli y manta' que para acercarse al Anxo Carro.  Sin embargo, la mejor actuación se vio bajo la ciclogénesis explosiva que azotó el estadio lucense. El actor protagonista fue Antonio Campillo, que hizo un grandioso partido al que solo le faltó la guinda de los tres puntos.

Siempre protagonista

El 10 del Club Deportivo Lugo buscó la pelota durante todo el encuentro. Se ofrecía una y otra vez para recibir el balón y dirigir los ataques albivermellos desde sus botas. Se entendió muy bien con Nico Albarracín, al que surtió de numerosos pases de peligro. En un partido en el que -por parte del equipo local- reinó el orden y la concentración defensiva, Campillo fue la diferencia: recibía la pelota de Seoane o Pita e iniciaba la ofensiva lucense. Además, suya fue la ocasión más clara del partido, al rematar en el 53 después de una buena asistencia de Mario Barco.

Compromiso en defensa

Sería injusto limitar la valoración de Campillo a su aportación ofensiva. El madrileño se volcó también en defensa, y no dejó de correr en todo el partido. Sus ayudas fueron claves para cortar ataques de los vallisoletanos, especialmente después de la expulsión de Luis Ruiz, cuando sus ayudas en defensa crecieron de forma notable. En ese momento, el de quedarse con 10 jugadores sobre el verde, su principal misión fue la de ayudar al equipo en tareas defensivas.

Sin duda fue el crack del partido. Movió a su antojo el juego del equipo e incluso tuvo tiempo para lucirse con alguna acción individual. Si mantiene este nivel, será muy difícil dejarlo en el banquillo, y Francisco lo sabe. Si Campillo está bien, el Lugo está bien.