Parecía que en febrero el Almería había encontrado por fin su propia identidad y un estilo de juego reconocible. Si bien no era el más elegante, Lucas había conseguido transferir cierta personalidad a los rojiblancos, algo que parecía haberse perdido en las últimas temporadas. Esa confianza se tradujo en puntos, en el que fue, probablemente, uno de los mejores meses en cuanto a resultados desde que se bajase a Segunda División. Ganar fuera de casa siempre ha sido una asignatura pendiente para el conjunto indálico en la categoría de plata, y se consiguió hacer por partida doble frente a Sevilla Atlético y Lorca.
Sin embargo, el Almería ha vuelto a las andadas. Esa chispa que parecía haberse recuperado se ha apagado por completo y ya son tres jornadas consecutivas sin puntuar. El partido frente al Reus era la ocasión propicia para retomar el buen camino y alejarse de unos puestos de descenso que cada vez están más cerca. Si bien la suerte no ha acompañado del todo, tampoco se ha tenido un dominio claro en ninguno de los encuentros. La clave podría estar en la desconexión del mago Pozo, que ha visto como su presencia en ataque se ha reducido considerablemente. También se ha señalado al banquillo, al que se le reclama un juego más vistoso y que saque lo mejor del talento que el Almería tiene en punta. Un estilo que se basa en el pelotazo no aprovecha la conducción de jugadores como Gaspar, Lass o el mismo Pozo.
Por si fuera poco, el próximo encuentro no es precisamente contra un rival asequible. El Sporting llega en alza y acumula siete encuentros sin conocer la derrota, de los cuales seis son victorias. Una racha que le ha valido para situarse en el tercer puesto, a tan solo dos puntos del ascenso directo. Si el Almería consigue retomar la senda de la victoria, podrá auparse a los cuarenta puntos y solo restarían diez para conseguir los tan ansiados cincuenta en los que Alcaraz sitúa la salvación.