El encuentro ante el Valencia en Butarque dejó con cierto sabor amargo al vestuario pepinero. Tras un gran planteamiento llevado a cabo Asier Garitano, el fútbol desplegado sobre el verde dejó contra las cuerdas al equipo revelación de la temporada. Ante ello no fueron capaces de reaccionar y tanto Marcelino como sus jugadores sufrieron un bloqueo que se tradujo en su juego. 

Sin embargo, el deporte es muy caprichoso. El continuo dominio y las persistentes ocasiones en el área rival no resultaron efectivos para hacerse con la victoria. No siempre el que más oportunidades y posesión es el ganador, y ejemplificado queda.

Córners, faltas, centros, intentos lejanos, ninguno de ellos funcionaron para conseguir ver puerta, algo que persigue al Leganés desde comienzos de temporada.

El problema el delantero persiste. Nordin Amrabat ocupó la punta de ataque en el partido y se desenvolvió a la perfección. Desestructuró por completo la defensa valencianista y abrió espacios a sus compañeros. Pero, más allá de eso, le faltó el gol.

Su función consistió en hacer jugar a sus compañeros y no en llevarles hacia la victoria. Al no ser sus principales características no es un motivo por el que se le pueda achacar, ya que de haber salido por banda hubiese sido una actuación magistral.

Al final, los tres puntos se esfumaron en un encuentro en el que los jugadores se veían capaces de obtener la totalidad de los puntos. No ocurrió lo mismo ante el Sevilla, asunto que destacó Garitano en rueda de prensa tras el partido, ante el que con dos tantos por parte de Eraso y Bustinza fueron superiores sin levantar ningún tipo de debate. 

Una vez más vuelve a aparecer el tema de la efectividad y, más que un problema actual, es una carencia de cara a la próxima temporada visto que la presente está prácticamente salvada.