Un año trás otro. Ahí, cuando nadie daba un duro por ello. Cuando se temían como una de las peores temporadas del Real Madrid, el conjunto de Zidane ha alcanzando los cuartos de final de la Copa de Europa. Y no se enfrentaba contra cualquiera, sino contra el que fuera su rival en la final del pasado año, la Juventus de Allegri. Está claro que si existe un trofeo preferido para los blancos, esa es la Champions.

De esta forma, después de superar a uno de los favoritos en octavos de final, el PSG, el Madrid viajaba a Turín para afrontar la ida, una prueba más para demostrar lo que está dispuesto a hacer para conquistar de nuevo la copa. Fuera de copa y sentenciados en liga, la Champions es la única opción de levantar un título a final de temporada. Ronaldo frente a Buffon, el duelo y la emoción estaban servidos.

Inicio digno de Champions

Algo nervioso, el Real Madrid se vio un poco intimidado por la Juventus al principio, que no dudó en presionar la salida de balón de los madridistas con fuerza. Sin embargo, el Rey de Europa no tardó en hacer acto de presencia y, por medio de Cristiano Ronaldo, se adelantó en el marcador a los tres minutos de haber empezado. Un golpe de efecto que, como motivación, le vino muy bien a los hombres de Zidane.

Los italianos tomaron cartas en el asunto y se hicieron con la posesión para intentar igualar la eliminatoria y sanar ese revés que les hacía estar por debajo en el marcador. De hecho, daba la sensación de que el Madrid prefería esa situación de no control de balón ya que no presionaba mucho en campo contrario. El continuo asedio local con bastante presencia en tierras defendidas por Keylor Navas no molestaba demasiado a Zidane.

Tras unos momentos de dominio italiano, los merengues incrementaron las dificultades en el juego local y consiguieron igualar más la posesión del esférico, una decisión que le dio un poco de respiro a la zaga madridista que estaba viendo cómo Higuaín y Dybala peligraban cada vez más con su presencia. Cabe destacar que el arquero costarricense salvó al Madrid con una gran parada en el ecuador de la primera mitad.

Defendiendo con calma

Ese asedio se calmó cuando los merengues adelantaron líneas y obligaron a los delanteros rivales a atrasar su posición para no caer en fuera de juego. La baza ofensiva de Allegri se veía más suelta en ataque debido a los huecos que los visitantes estaban dejando en el medio del campo a la hora de defender, aunque es cierto que tanto Varane como Sergio Ramos estaban cumpliendo bien con su labor.

Un disparo de Kroos al larguero hacía temblar las esperanzas de la Juventus de empatar el encuentro. No obstante, el próximo gol tenía más pinta de ser italiano debido al alto ritmo que gastaban los jugadores de Allegri en ataque. Un par de polémicas se generaron en torno al colegiado cuando decidió amonestar a Dybala por simular un penalti que podría haber igualado las cosas, pero el electrónico no volvió a moverse antes de la llegada del descanso.

Obra de arte para matar

Como es lógico, la Juventus salió a morder en la segunda mitad y no tardó en echarse arriba para buscar el gol que toda la afición estaba buscando. De hecho, hubo un par de llegadas que hicieron despertar a la zaga que vestía de azul turquesa. El cansancio hacía estragos en los jugadores, lo que se vio reflejado en el bajón de ritmo que pegó el partido que mantuvo el balón más tiempo en el medio del campo.

La salida de Lucas Vázquez por Benzema no tuvo efectos inmediatos puesto que la Vecchia Signora seguía siendo dueña y señora del balón. Sería Ronaldo el que, con un remate digno de museo de chilena, puso el 0-2 y remató anímicamente a la Juventus. La cara de Buffon reflejaba la impotencia de ver cómo el Real Madrid estaba pasando por encima de su equipo. Además, la expulsión de Dybala le puso las cosas más fáciles a Zidane.

Juego, set y partido

Marcelo, con una gran jugada y una pared en el área, levantó la pelota para esquivar a Buffon y marcar el 0-3 que destrozaba cada vez más a los hombres de Allegri. Con un hombre menos y con esa desventaja, la Juventus estaba a merced de lo que quisiera el Real Madrid. Los merengues, por su parte, movían el balón entre los olés de la afición que se había desplazado hasta Turín para animar al Madrid.

Los hombres de Zidane prefirieron mantener la calma y el control del esférico para no perder el buen ritmo que venían demostrando. Sin tomar riesgos, el Real Madrid no dejaba de rondar el área de Buffon en los últimos instantes del partido. Kovacic tuvo el 0-4, pero el marcador decidió no moverse más y los tres goles a favor del Madrid dejan a los blancos con pie y medio en la semifinal.

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