Natxo González llegaba a la entidad blanquilla este mismo verano con el objetivo de devolver al Real Zaragoza a Primera División. Lalo Arantegui, el que fuera director deportivo de la SD Huesca se fijaba en Natxo para llevar un proyecto de dos años, con el fin de ascender.

A pesar de que la temporada no está siendo un camino de rosas, Natxo González ha contado siempre con la confianza dentro del club, tanto de jugadores, como de la dirección deportiva y de la directiva. Pese a ello, la afición no ha tenido la misma paciencia y esperanza, y en varias ocasiones ésta ha pedido su dimisión.

Real Zaragoza, su primer gran reto

Llegar a la capital aragonesa supuso para Natxo un gran paso en su carrera como entrenador. Tras unas buenas campañas al mando del Reus, al entrenador vasco le llegaba su oportunidad en un club histórico.

Comenzó su carrera en las categorías inferiores del Alavés, para más tarde fichar por el Reus. Allí dejó buenas sensaciones, pero fue llamado por el Sant Andreu, equipo con el que estuvo a punto de ascender a Segunda División. Sin embargo, tras cuatro exitosos años se marchó al Alavés, equipo al que ascendería a la división de plata del fútbol español. A pesar de ello, los malos resultados durante la temporada siguiente, provocaron su destitución y su posterior fichaje por el Reus. En su segundo año consigue, de nuevo, el ascenso a Segunda División y tras un buen año, con la permanencia asegurada, anuncia su marcha a tierras aragonesas.

Una temporada irregular

Lo cierto es que el Real Zaragoza no ha contado con la regularidad que le habría gustado. Esta irregularidad ha provocado varias crisis a lo largo de la temporada hasta el punto de que el equipo blanquillo se colocara a tan solo dos puntos del descenso a Segunda División B. Sin embargo, algo cambió con la llegada del 2018. Eso que se suele decir de “año nuevo, vida nueva” se podría aplicar al equipo maño y gran parte de la culpa la tiene su entrenador.

Tras haber pedido paciencia en numerosas ocasiones e intentado calmar a la afición, el paso del tiempo le dio la razón. En este año, el Real Zaragoza ha conseguido 29 de los 39 puntos en juego, algo impensable unos meses atrás.

Un entrenador atípico

Lo cierto es que a Natxo no se le podría considerar como un entrenador común. Sus costumbres lo convierten en un entrenador diferente al resto. Desde principio de temporada dejó clara su intención de rotar a los jugadores. Un jugador podía pasar de ser titular indiscutible a sentarse en la grada en la jornada siguiente. Esta situación atípica la ha usado recientemente con Perone, central titular de los blanquillos. Desde su llegada en el mercado de invierno, el brasileño se había convertido en un hombre clave en el centro de la zaga pero por decisión técnica, Natxo lo mandó a la grada en el partido anterior frente a la Cultural Leonesa.

Además, hasta este 2018, el entrenador vasco no ha encontrado un 11 fijo, algo que se le echaba en cara. Una vez lo ha encontrado, las cosas parecen ir mejor y el equipo ha reaccionado positivamente. Sin el continuo cambio en los laterales, las rotaciones en los centrales y con la implantación del rombo en el centro del campo, los maños han mejorado sus prestaciones, y gran parte de la culpa la tiene su entrenador, Natxo González.