El Real Madrid sentenció su pase a semifinales de la Champions League gracias a un penalti en el último minuto a favor del equipo blanco. A pesar de finalizar en el encuentro como ganadores, los de Zinedine Zidane no mostraron su mejor versión, pero en particular destacó la defensa blanca que volvió a mostrar sus carencias y cerca estuvo de mostrarle muy caro este nuevo empujón en el Santiago Bernabéu.

La Juventus encajó tres tantos, a pesar de que era poco probable que los italianos pudiesen igualar la competición. Pusieron al Real Madrid sobre las cuerdas y a la afición con un nudo en la garganta. Todo parecía que iba a acabar en lágrimas. Mandzukic hizo temblar al Bernabéu con dos tantos y pronto vendría el siguiente con Matuidi. El pánico recorrió cada columna vertebral de los blancos y de los madridistas así que decidieron tirar del carro. Las cosas no salían.

El Real Madrid apretó en el último cuarto de hora del encuentro hasta que, en el minuto 93; otra vez. Ocurrió el milagro. Benatia derribó a Lucas Vázquez cuando el gallego iba a rematar un balón que le ponía a centímetros de Buffon. El árbitro pitó penalti y el madridismo volvió a respirar. Ronaldo volvía a salvar el encuentro.

Una vez más el portugués tuvo que arreglar el estropicio y solucionar el partido. La defensa del equipo blanco era un colador para los italianos que pusieron al Real Madrid en la cuerda floja. Estaba claro que la Juventus había conseguido desequilibrar a un Madrid que había creído ganar el partido sin ningún esfuerzo, pero no resultó ser así. Los de Zinedine Zidane sudaron la gota gorda hasta el último minuto en el que se cumplió el milagro.

A pesar de haber llegado a las semifinales de la Champions League, el mal sabor de boca es evidente. El Real Madrid juega en el campo; no pasea. El equipo estaba irreconocible y debe ponerse las pilas si quiere almacenar otra Copa de Europa en las estanterías del Santiago Bernabéu.