Cada jornada de competiciones europeas que se desarrolla en el mundo del fútbol trae consigo el auge del valor del mismo, no en el sentido más estrictamente monetario, que también, sino a nivel sentimental, pues no cabe dudas que celebrar los goles de una remontada que está en camino se puede equiparar a muy pocas circunstancias de la vida. El Atlético de Madrid, respecto a esta situación, volvió a ser un genio táctico en Lisboa y se distanció así de Barcelona y Real Madrid en cuanto a resolución de la eliminatoria a pesar de la creciente oleada de críticas por un juego, que si se desmenuza exhaustivamente, no varía un ápice en comparación al de los años anteriores. Sea como fuere, los pupilos de Diego Pablo Simeone avanzaron un paso más hacia la final de Lyon y, de la misma manera que el fútbol en el sentido más estricto, también aumentaron su valor.

Si está acostumbrado a algo el Atlético de Madrid es a sufrir como auténticos jabatos. Se pudo comprobar en las anteriores temporadas a las mismas alturas en los duelos frente a Bayern, Barcelona, y un sinfín de gigantes. Para no perder la costumbre, en el encuentro del José Alvalade, a pesar de contar con una renta de dos goles cosechada en el Estadio Metropolitano, los rojiblancos sufrieron de lo lindo a nivel de ideas y de juego. Pero no de defensa, que por enésima vez, gracias a Jan Oblak, Stefan Savic y Diego Godín en especial, el equipo del oso y el madroño supo convertirse en un verdadero titán en los tres cuartos finales del campo para bloquear cualquier intento de remontada lisboeta. Y por si no pareciese suficiente el dominio portugués en cuanto a posesión y ocasiones, Antoine Griezmann se permitió errar tres goles que quizá en otro escenario sí hubiese resuelto para poner, aún más si cabía, el corazón en el puño de todos los aficionados atléticos.

El ADN de los rojiblancos está compuesto de sufrimiento en su mayoría

Debido a tal composición que en cualquier otro equipo sería mortal, en el Atlético de Madrid sirve para reforzar las ideas, confiar ciegamente en los soldados del Cholo y seguir remando a contracorriente. Porque da absolutamente lo mismo que en la noche portuguesa el equipo rojiblanco pareciese abocado a morir, que ya aparecería el mejor portero del mundo con el número 13 a la espalda para recordar que en la institución colchonera no está permitido que nadie se rinda. Y junto a él, un Diego Pablo desatado y orgulloso el extraordinario trabajo defensivo para sacar la eliminatoria adelante y soñar con otra Europa League.

VAVEL Logo
Sobre el autor
Adrián Lázaro Díaz
Periodista de mucha altura. Me refiero a mis ciento noventa y tres centímetros, la calidad es cuestionable. Creando líneas y más líneas para VAVEL cubriendo al Atlético de Madrid y la Premier League.