Dicen que el ser humano tiene la capacidad de mostrar una fuerza sobrenatural y desmedida cuando se ve en un peligro extremo. En ocasiones, este extra de energía sirve para salir con vida de las situaciones más inverosímiles, y este poder se ha convertido en la mejor baza del Deportivo para apurar sus opciones de salvación. Este sábado, los de Clarence Seedorf mostraron una cara inédita en San Mamés que hizo caer por su propia fuerza la segunda victoria consecutiva (2-3) de un club en urgencias, un hito que no se repetía desde el año 2015.

Recién cortada la sequía de triunfos la pasada semana, el cuadro blanquiazul aprovechó la inercia en la jornada 32 para arrollar en Bilbao en los primeros minutos. El Dépor sacó los dientes frente a los 'leones' y, a las primeras de cambió, mordió por partida doble.

Adrián, que ya se había puesto el disfraz de héroe en el anterior encuentro ante el Málaga, se agenció un doblete en el primer cuarto de hora. En la prolongación de un córner primero y tras una excelente combinación más tarde, el '15' definió de primeras de forma más eficaz que estética. El asturiano ha vuelto a afinar su puntería y los herculinos lo agradecen enormemente.

El baño gallego no cesó en los 45 minutos iniciales. Las rápidas transiciones ofensivas hacían sufrir a la pareja vasca formada por Íñigo Martínez y Etxeita, y en esta tesitura Lucas Pérez se movió como pez en el agua. Participativo, incisivo al desmarque y siempre vertical, el de Monelos recordó al de su anterior campaña como deportivista generando peligro en cada acción.

El Dépor se gustó, había encontrado en Çolak su enlace ideal con la delantera y tuvo incluso la oportunidad de ponerse 0-3 en el último balón de la primera parte. Lucas no acertó a embocar tras una mala salida de Kepa, que desvió el esférico con la mano fuera de su área sin que lo apreciara el colegiado, y enfilaron un túnel de vestuarios que deparó numerosos trueques de nombres.

Lejos de la tónica habitual, Adrián dejó paso a Borja Valle en el terreno de juego con molestias en su pie derecho, y mientras el Athletic dispuso una doble sustitución. Queriendo emprender un nuevo choque, el 'Cuco' Ziganda dio entrada a Aduriz y Yeray en detrimento de Córdoba y Etxeita, trayendo consigo un resultado inmediato. La pelota se reanudó poniendo rumbo al saque de esquina, donde Raúl García castigó a los visitantes en uno de sus primeros acercamientos.

Una vez más, los blanquiazules pagaron con gol en contra su mínimo error y segundos más tarde pusieron el grito en el cielo con la igualada que no subió al marcador por falta de Raúl García sobre Albentosa. Siempre deja paso a la polémica el navarro cuando se mide al Deportivo y en la noche de este sábado su sobreexcitación fue evidente, tratando siempre de buscar las cosquillas a unos rivales que, con el marcador a favor, no tenían prisa.

Pero el sábado estaba teñido de blanco y azul. Haciendo justicia con lo desplegado en el césped, Borja Valle cogió de la mejor manera posible el testigo de Adrián y transformó su primera diana en Primera División. Aire puro para una plantilla a la que solo le valían los tres puntos, aunque sigue emparejada con la agonía.

Y es que sin haber inquietado apenas la meta de Rubén Martínez, los rojiblancos volvieron a oler la sangre encontrándose con un 2-3 fruto de las calamidades características del área deportivista este curso. Susaeta se adjudicó un gol olímpico después de botar un córner que buscaba rematador al primer palo y que acabó colándose en las mallas tras haber botado incluso en el área chica.

Si la ventaja era mínima después de haber realizado tantos méritos, la parroquia herculina llegó a ponerse en lo peor en unos 20 minutos definitivos de dominio absoluto bilbaíno. Con Muniain sobre el verde, reapareciendo ante los suyos, el Dépor se agazapó en campo propio desentendiéndose del control de la pelota. Seedorf se abonó al sufrimiento y, al fin, la apuesta salió bien. Los coruñeses toman carrerilla y suman seis puntos consecutivos por vez primera tras más de dos años y presionan al Levante, que continúa marcando la salvación a cinco de distancia.