Hubo un tiempo en el que el dominio del esférico desembocaba en ocasiones de gol, y estas, en goles. A día de hoy al Lugo no le basta con marear la perdiz, cuando la suerte no acompaña toca tirar de garra, de sangre fría, justo lo que faltó en Soria. Frente a un Numancia con el ego subido por su envidiable posición, el Lugo pecó de inocente y trató de llevarse la victoria con lo mínimo, aguantando el 0-0 y apostando por un cambio de estrategia en la segunda mitad, lo que le acabó condenando.

La inédita alineación titular no desentonó, pero tampoco ofreció argumentos para volver a apostar por ella. Herrera fue la referencia ofensiva, y detrás de él, Romero, Azzed y Fede Vico, completaron la punta de ataque. A penas tantearon la meta rival, la pobre cifra de tres disparos –uno entre los tres palos- hizo saltar las alarmas. Mucho más, cuando tu rival completa 17 golpeos -5 a portería- con lo que le sobró para dejar los puntos en su casillero.

La posesión estuvo igualada, acabó favoreciendo al Numancia -53 a 47-, pero no hubo grandes diferencias. El Lugo movió la pelota con criterio, pero se le atragantaron los últimos metros, donde no se salva ningún jugador. Los 12 saques de esquina locales triplican a los cuatro lanzados por un pasivo Lugo.

En la segunda mitad, los cambios efectuados por el segundo de Francisco, Jaime Ramos, fueron valientes, pero no efectivos. Campillo entró por un desgastado Pita y ocupó la posición de Azzed, que retrasó su zona de actuación. Chuli entró por Romero antes del primer tanto local, y el Lugo formó con un 4-4-2 con la intención de lanzarse a por la victoria. La jugada salió mal y el bando soriano se aprovechó del arreón visitante. Dos testarazos de Higinio acabaron con las opciones de un Lugo que deberá seguir trabajando en la busca del gol, su asignatura pendiente.