El cuadro andaluz rozó el esperpento en Sevilla donde fue incapaz de imponerse al colista. Un tedioso empate sin goles fue el justo castigo para un conjunto sin ninguna personalidad. El fútbol volcó un jarro de agua fría sobre una ciudad que aún se recuperaba de la resaca por el histórico ascenso del “Cebé” a la Leb Oro.

El partido era fundamental. Y Pedro Morilla bien lo sabía. A estas alturas, el Granada no puede permitirse el lujo de entrar en una mala dinámica. La realidad ha puesto en su sitio a una plantilla confeccionada para ascender por la vía rápida. En estos momentos, la necesidad apremia a un equipo que corre el riesgo quedarse tirado en el puerto y ver, con una mezcla de dolor y rabia, como el barco que conduce a Primera zarpa con otros tripulantes.

El Granada CF no ha hecho los deberes. Negarlo es una necedad o una muestra de peligrosa condescendencia. El conjunto nazarí, por futbolistas, debería estar en una posición de mucho más privilegio. Los andaluces no pueden, ni siquiera, garantizar su presencia en la promoción. Sin embargo, aún está a tiempo de todo. Quizá el destino reserve un final épico para esta historia. Como la de aquellos polizones de fábula que hicieron fortuna en el “Nuevo Mundo” después de montarse a un barco del que ya le habían cerrado las puertas.

Salvador Agra fue el único jugador nazarí que creó peligro en la primera | Foto: LFP
Salvador Agra fue el único jugador nazarí que creó peligro en la primera | Foto: LFP

Morilla era consciente de que un revés en Sevilla podía incluso costarle el puesto. Su apuesta de inicio para enfrentar al filial hispalense no deparó demasiadas sorpresas. El bloque de siempre con el regreso de Agra y Pedro en las alas. En punta, Joselu y Ramos aguardaban en el banquillo, ya que Manaj repetía como titular.

La primera parte no pudo ser más tediosa. Los contendientes se alternaban posesiones inocuas que solían morir en tres cuartos de campo. Salvador Agra era la única nota discordante de una partitura desesperadamente plana. El ritmo era propio de una de esas etapas de transición del Tour de Francia en las que es difícil no encontrar una excusa para caer en los brazos de Morfeo. El Sevilla Atlético se estiraba por momentos, pero sin terminarse de creer que podía tumbar a su oponente.

Algo de Ramos y más sopor

El segundo acto arrancó algo más movido. El Granada se deshizo del dominio inicial local con un zarpazo a los diez minutos de la reanudación. Pedro y Álex Martínez se asociaron por la izquierda y el sevillano puso un balón en área pequeña que ni Rey Manaj ni Alberto Martín supieron culminar. Lara respondió para los franjirrojos con un disparo desde el flanco derecho que repelió Varas con los pies.

Ramos remata por encima del marco un pase de Agra | Foto: LFP
Ramos remata por encima del marco un pase de Agra | Foto: LFP

Morilla decidió arriesgar y dio entrada a Joselu y Adrián Ramos en busca del gol de la victoria. Montoro y Manaj fueron los sacrificados. El colombiano fue el protagonista de las jugadas de más peligro en los minutos siguientes. Primero, con un taconazo a pase de Agra que Cristian González sacó bajo palos. Después, con un testarazo, también a servicio del portugués, que se marchó por encima del marco. Sorprendentemente, fue el luso el que dejó su puesto a Agra en el tercer cambio visitante.

El encuentro regresó a un estado soporífero y finalizó con los pitos de los aficionados rojiblancos desplazados a los suyos. La falta de autoridad de este equipo no augura nada bueno. Si no tiene lugar un giro drástico de los acontecimientos, el ascenso es una utopía. Ni la vuelta de Machís la semana que viene permite ser optimista al aficionado nazarí. El barco no hace más que alejarse.