Parece increíble cuánto puede cambiar la percepción de un equipo en apenas cuatro días. Si el jueves el Atlético de Madrid parecía sufrir de lo lindo en Lisboa para conseguir el pase a semifinales de la Europa League, el domingo dio a entender todo lo contrario en el Metropolitano frente al Levante. Con un equipo prácticamente igual, todo ha de decirse, pero Diego Pablo Simeone, estratega dentro y fuera del terreno de juego, planteó el duelo de la forma más correcta posible, puesto que lejos de asegurar la ventaja mínima como ha sucedido ya infinitas veces, decidió que el equipo debía buscar otro gol más de manera constante aunque fuese por delante en el electrónico, sacando así la sonrisa en la hinchada colchonera, que lo agradeció en forma de aplausos, caras de felicidad e infinitos cánticos desde el fondo sur. No cabe duda de que esa es la única manera de hacer grande a la escuadra colchonera en todos los sentidos.

Necesario cambio a mejor

Lógicamente, manteniendo las distancias y el respeto entre el Sporting de Portugal y el Levante, teniendo en cuenta que en el primer lugar había en juego avanzar a las semifinales europeas y que en el segundo solo el honor de mantener la segunda plaza liguera y meter algo de presión al Barça, también podría decirse que son dos escenarios radicalmente distintos. Sin embargo, la esencia y las ganas con la que los jugadores se emplearon en uno y otro feudo hacen que sea digno de analizar y averiguar los porqués acerca de las diferencias entre uno y otro día. Quedó claro, no solo por la agitación en los corazones de todos los rojiblancos, que el juego ofrecido en la capital portuguesa no puede volver a repetirse y que el unocerismo y su consiguiente actitud ultradefensiva ha quedado caducada en un Atlético de Madrid que ha demostrado por activa y por pasiva quizá desde la manita en el Sánchez Pizjuán que está más que capacitado para marcar y volver a marcar.

Con solo mencionar la presencia de Vitolo, Correa, Griezmann, Costa y Gameiro en las filas madrileñas debería quedar suficientemente claro, pero por si no es así, basta con ver cómo se desenvuelven cuando Diego Pablo les alienta a marcar otro gol en lugar de ayudar casi única y exclusivamente a tareas defensivas. Con ello no se quiere decir que ahora el Atlético de Madrid se olvide de su esencia, la de la defensa fuerte y rocosa, pero sí completar la adaptación y evolución hacia el nuevo juego. Esa es quizá la única manera de que la escuadra colchonera logre el billete a la final de Lyon, ya que el Arsenal es el rival más fuerte posible y precisamente, jugarle de tú a tú, sin miedo, y al ataque, es el mejor método. Así, sí, Cholo. 

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Sobre el autor
Adrián Lázaro Díaz
Periodista de mucha altura. Me refiero a mis ciento noventa y tres centímetros, la calidad es cuestionable. Creando líneas y más líneas para VAVEL cubriendo al Atlético de Madrid y la Premier League.