A finales de la década de los 90 no era disparatado compaginar el trabajo de héroe en el Deportivo de La Coruña con el de referente en Brasil. Rondando la treintena, un Bebeto de irrupción tardía maravilló al panorama internacional asentándose sin discusión alguna en la punta de lanza de un combinado histórico que tuvo en la punta de sus dedos la machada de alzar dos Copas del Mundo de manera consecutiva.

Italia, Estados Unidos y Francia fueron los territorios a explorar por José Roberto Gama de Oliveira. Sin pena ni gloria en el primero de ellos, un auténtico asesino con cara de niño se estaba gestando para dar el mejor de los relevos a una generación que tocó fondo cayendo a las primeras de cambio ante su máximo rival histórico, Argentina.

La caída en Turín en octavos de final evidenció el final de los Müller, Careca y compañía con la seleçao, abriendo las puertas a un ariete que, por el momento, solo había disputado siete minutos contados en fases finales de Mundial y no había dado el salto a Europa.

Profeta en A Coruña antes que en Brasil

Cuatro años más tarde, el que viajó a tierras norteamericanas fue la bandera del súper-Dépor. Había aterrizado en A Coruña en 1992 en la que era su primera aventura en el viejo continente y Bebeto ya se había ganado a pulso ser la estrella de un grupo con ansias de crecimiento que adquirió la experiencia de los más grandes. El delantero cayó de pie entre los Miroslav Djukic, Mauro Silva, Claudio Barragán y compañía y aportó el olfato goleador que la hinchada herculina necesitaba para enamorarse de los suyos a ritmo de samba.

El '11' se convirtió en uno de los primeros cracks llegados de la mano de Augusto César Lendoiro. El carioca destapó el tarro de los goles y firmó una subida como la espuma tanto de sus prestaciones personales como de las del Deportivo al completo. Y es que a las órdenes de Arsenio Iglesias, el futbolista se adjudicó 86 tantos en 131 encuentros que no solo le llevaron a él a la primera plana mundial.

Líder de masas, ganador del Trofeo Pichichi en 1993, referente e ídolo de todo deportivista que se prestase, su alargada sombra ha plasmado una huella imborrable en suelo coruñés, donde siempre será recordado con cariño y anhelo como uno de los principales artífices del salto del Dépor a la pelea con los gigantes del fútbol.

En lugar de firmar por un "club trampolín" que le hiciera llegar a las más laureadas entidades, el futbolista catapultó las aspiraciones del equipo. El conjunto blanquiazul se había curtido durante años, incluso décadas, en la categoría de plata del fútbol español, pero el objetivo de la permanencia resultaba ya demasiado poco ambicioso.

Aquel Deportivo de La Coruña recién ascendido en la década de los 90 fue pionero en España a la hora de atraer jóvenes talentos del otro lado del Atlántico y su éxito fue abrumador. El nuevo punto de mira de la entidad estaba en los títulos (que hasta el momento no se avistaban en sus vitrinas) y en pocos años pudo concretarse, aunque no antes del Mundial de 1994.

Bebeto, en una celebración con Zinho en el Mundial de EEUU 1994 | Imagen vía FIFA.com
Bebeto, en una celebración con Zinho en el Mundial de EEUU 1994 | Imagen vía FIFA.com

La gloria pudo haberse alcanzado semanas antes, pero se esfumó de una de las formas más crueles que se recuerdan con el famoso penalti errado por Djukic en los minutos definitivos de una Liga que se terminó tiñendo de azulgrana. Las más de dos décadas que han pasado desde aquel fatídico día han dado lugar a numerosísimas cuestiones y comentarios sobre dicha pena (nunca mejor dicho) máxima. Quién sabe cuál hubiera sido el final si el astro brasileño hubiera sido quien enfilara la portería de José Luis González Vázquez.

Bebeto y Romario, éxito

Para el torneo estadounidense, Bebeto fue ya convocado como una pieza clave en la selección de Carlos Alberto Parreira y la historia de los Campeonatos del Mundo no volvió a verle jamás de inicio en una banqueta. La pareja Romario-Bebeto enamoraba a propios y desquiciaba a extraños con una soltura natural, sin la existencia de una fórmula mágica para pararles los pies. Ambos lograron darle un lavado de cara descomunal a la triste Brasil de Italia y comandaron el éxito que se culminó en el Rose Bowl de Los Ángeles tras una agónica tanda de penaltis definitiva frente a la Azzurra. Tres goles y dos asistencias del deportivista contribuyeron al retorno de la Canarinha a la gloria, mismos números que firmó en su último gran escenario en Francia.

Para el archivo histórico de la FIFA ha quedado la gran conexión de dos superdotados en el manejo de la pelota, que pudo inmortalizarse por aquel entonces con la famosa celebración de ambos acunando al bebé recién nacido del jugador deportivista. Dicha criatura, Mattheus Oliveira, conocida por todo el mundo del fútbol antes ya de dar sus primeros pasos, trata ahora de seguir los pasos de su padre como futbolista profesional en la Primera División de Portugal.

Que el idilio de Bebeto con el gol no era fruto de la casualidad se encargó de demostrarlo él mismo las siguientes campañas. De hecho, un año más tarde de la debacle de la "no Liga", el Deportivo de Bebeto se rehizo para brindarle a su hinchada sus dos primeras copas oficiales. Fue el destino quien puso al Valencia, su verdugo liguero, enfrente en una final de Copa del Rey que se marchó a Galicia en 1995 por primera vez. El delantero, antes de hacer las maletas de vuelta a su país, se quedó para cumplir su cuenta pendiente y ofrecer así la primera gran alegría futbolera para el pueblo coruñés, que en ese mismo verano pudo disfrutar también de su primera Supercopa de España.

A sus 34 años, el Mundial de Francia le ofreció la posibilidad de colgar la camiseta de su país reeditando gesta, un objetivo que solamente fue capaz de frustrar la anfitriona. Un contundente 0-3 en la finalísima privó al '7' de firmar una trayectoria impecable de amarillo, una pequeña mota de polvo en un extenso currículum de un hombre que fue capaz de levantar pasiones entre millones de brasileños con unas botas y un balón. Su legado en el área, recogido por Ronaldo Nazario, busca ahora a un digno sucesor camino de Rusia.