Pablo Machín ha comparecido este mediodía en Riudarenes para la rueda de prensa previa al Alavés-Girona de mañana. El técnico soriano sigue pensando en la lucha por Europa, en la cual el Girona aún permanece vivo aunque la mala dinámica le haya hecho perder posiciones.

El entrenador del conjunto catalán asegura que “hoy por hoy nuestro objetivo es la lucha por Europa”. Sin embargo, Machín cree que si se pierde definitivamente esta oportunidad el equipo encontrará “otros alicientes” para seguir compitiendo. Para el técnico son importantes también la posición final y las “buenas sensaciones” de cara la temporada que viene.

El partido contra el Alavés es el ecuador de una intensa semana de tres partidos, así que es posible que el conjunto catalán deba hacer rotaciones para no cargar demasiado a los titulares. Además, las bajas de Granell y Ramalho obligan a hacerlo. Machín se ha referido también a eso: “A lo largo de estos dos partidos seguro que se verán jugadores que normalmente no tienen tanto protagonismo”.

Los que parecen partir con ventaja son Muniesa y Aleix García, que dentro de los menos habituales son los que más continuidad han tenido. Sin embargo, también Alcalá y Timor podrían tener su oportunidad. El murciano vuelve a la convocatoria tras una lesión que le tuvo apartado de los terrenos de juego durante varios meses, su falta de continuidad es un factor negativo pero si Machín lo lleva es porque cree que “puede competir en condiciones. El valenciano, por su parte, puede ser una opción para suplir tanto a Granell como a Ramalho, ya que a Machín le da “confianza en las dos posiciones”.

El entrenador rojiblanco analizó también al equipo rival: “vamos a un campo super difícil con un equipo enfrente al que es muy difícil hacerle gol. En cambio ellos con muy poco son capaces de hacerlo”. Machín alertó así de lo complicado que puede ser vencer a un equipo que “cuenta con dos de los mejores centrales de la categoría” y que “mantiene la concentración durante los 90 minutos”. Esto último lo vivió el Girona en su propia piel en Montilivi, cuando los vascos remontaron un 2-0 en 20 minutos.