Entre los meses de junio y julio se van a vivir dos situaciones que van a enfrentar sentimientos para todo aficionado de nuestro fútbol. El más que probable adiós de Andrés Iniesta a la Selección española (después de casi seguro despedirse del Barcelona para marcharse a China) va a chocar con la consagración de Isco Alarcón con la Absoluta. El relevo parece claro. Y seguramente Don Andrés esté conforme con su sucesor.

El fútbol de Iniesta ha sido admirado por todos. Compañeros, entrenadores, aficionados, rivales, archienemigos, etc. han ensalzado el depurado y preciosista fútbol que tiene el manchego en sus botas. Y todo ello sin mencionar aquel mágico minuto 116 en el “Soccer City” de Johannesburgo, en el que la volea de un chico aparentemente sencillo, nos hizo tocar el cielo y llegar a lo más alto. Y eso es lo que espera hacer Isco. Llevarnos con su fútbol de nuevo a la gloria, una gloria que espera el 15 de julio en Moscú.

La clave de todo está en su fútbol. El que ellos practican es la expresión máxima de la palabra, un conjunto de movimientos y habilidades con el cuerpo y la pelota que hacen que cualquier aficionado o espectador que los vea, disfrute como ellos sobre el terreno de juego. El control y el pase son sus señas de identidad, pero tal es el dominio sobre el balón, que cualquier finta, regate, disparo o simplemente un movimiento sin tocarlo, sea algo para el deleite de cualquiera. Se les disfruta sin ningún tipo de filtro de color en la mirada.

Esto no quiere decir que ambos sean idénticos o almas gemelas. Nadie es tan osado como para comparar a un Andrés Iniesta consagrado, que lo ha ganado todo (Mundial, Eurocopas, Ligas, Champions, etc.) con un Isco Alarcón, que aunque ya ha dado unos cuantos de pasos grandes en la élite, aún le falta ser esa referencia para todos y en todos los aspectos. Pero lo que sí comparten es la esencia de liderazgo sobre el césped. Esa sensación de saber que los tienes al lado y que si le das la pelota a ellos, van a saber guiar a su equipo hasta el éxito, y a través de un fútbol excelso y refinado.

Lo que está claro y de acuerdo todo el mundo de esto del fútbol es que bendita la suerte de poder disfrutar de estos dos genios juntos sobre el mismo tapete y compartiendo la misma camiseta. Gloria para todo aquel aficionado que tenga la suerte de verlos a ambos en la cita más importante del fútbol mundial, que aunque sea corta, el destino nos va a permitir un último baile entre el maestro y su sucesor.

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