Cada temporada surge el mismo dilema entre los aficionados al fútbol: ¿es el sistema actual de competición el más adecuado o habría que crear una liga exclusivamente de filiales? Existen muchos argumentos a favor y en contra de ambas posturas, pero como siempre en éstas influyen las percepciones personales, es decir, dependiendo cuál sea el equipo de uno o la disparidad de criterios a la hora de entender el fútbol. Lo que está claro es que, como suele ocurrir en opiniones tan antagónicas, nadie suele convencer al contrario.

Conforme se acerca el final de temporada esta polémica se acrecienta, impulsada sobre todo por aquellos que exigen una renovación que consideran necesaria, porque los equipos filiales en ocasiones funcionan como jueces en el desenlace del curso.

Soluciones para evitar complicaciones (Antonio Rodríguez)

El debate por excelencia de la categoría de bronce no es otro que la participación de los filiales en la competición. La división de opinión no puede ser más real, pero es cierto que existen argumentos de peso para que estos equipos no pertenezcan a la liga regular, sino que formen una liga especializada.

Una lucha de canteras alentaría mucho a los jóvenes

El primer dato a tener en cuenta es el propio atractivo que tendría la competición en sí. Piénsenlo, los filiales luchando entre sí, con condiciones y objetivos similares. El motor que impulsara la liga no sería otro que la propia masa social que atraen los primeros equipos a los que pertenecen los filiales, por lo que los contratos televisivos y patrocinios no serían ningún tipo de problema. Sería atractivo poder ver una competición en la que luchan las diferentes canteras, cosa que se hace en categorías inferiores. Además, los propios equipos no se verían lastrados si algún jugador fuera convocado con las categorías inferiores de las selecciones nacionales, o con el primer equipo, pues, al ser jugadores en situaciones semejantes, no existiría ninguna dificultad para encontrar el modo organizado de detener la competición.

Los filiales adulteran la competición al depender de una entidad superior

La causa o hecho más reivindicada es, sin duda alguna, el adulterio que causan los filiales dentro de la competición regular. Entre ellos, el más destacado es el que se refiere a los puestos de playoff, pues parten de la posibilidad de ser ocupados por algún filial, impidiéndoselo a algún otro club. Es innegable que la competición es igualitaria para todos los equipos, cualquiera puede competir por ocupar esas plazas. Pero, lo que hay que tener en cuenta a la hora de hacer balance de peso con los argumentos es que un filial siempre va a depender del primer equipo, al fin y al cabo es un club de paso para la formación de los jugadores que pertenezcan a la cantera, mientras que el resto de equipos que compiten en Segunda B son la representación de una entidad, de ellos depende la evolución de esta. En adición a esto, hay que recordar esos casos de filiales que consiguen un puesto en playoff cuyo primer equipo milita en la categoría inmediatamente siguiente. En este caso el filial competiría en el playoff pero sin opción de ascender. Situación que carece de sentido, totalmente.

La juventud de los filiales marca la diferencia en muchos casos

Por último, y aunque sea algo con menos fundamento que lo anterior, existen diversas diferencias en la propia categoría entre los filiales y sus rivales, el resto de equipos, que son totalmente insalvables. Empezando por la propia magnitud del club. Los jugadores de estos equipos no dejan de ser canteranos, jugadores pertenecientes al fútbol base, enfrentándose a clubes de gran trayectoria como es el caso del Recreativo de Huelva, en el Grupo IV, decano del fútbol español, Racing de Santander, en el Grupo II, Hércules de Alicante, en el Grupo III, y muchos equipos más. La brecha tanto de edad como física es notable e insalvable, y, sin duda, perjudica a ambas partes. Realmente, aunque en la mayoría de los casos se muestren como un rival más, existe un entorpecimiento camuflado del desarrollo de la temporada que se solucionaría con la creación de una liga exclusiva para ellos.

Divide y quizás no venzas: sí a los filiales en 2ªB (Lydia Sánchez)

Llega el final de temporada y, como todos los años, en la 2ªB surge un debate más que clásico: ¿deberían los filiales jugar en una liga aparte solo para ellos? En mi opinión, rotundamente no.

Es perfectamente comprensible que aquellos aficionados de equipos que se juegan el todo o nada a final de curso se frustren cuando filiales de grandes clubes les quitan el puesto o incluso no compiten contra sus rivales directos, perjudicándoles a ellos en consecuencia. Mientras que en estos momentos el Deportivo Fabril se encuentra primero en el Grupo I con grandes posibilidades de subir a Segunda División, su primer equipo lo tiene difícil para no bajar a la misma categoría… pero si los coruñeses finalmente se salvasen, ¿qué sensación le invadiría al Navalcarnero o al Sanse de quedarse a las puertas del playoff debido al filial que ocupa la primera plaza? Pura impotencia. Siendo sinceros, no es extraño que los filiales distorsionen la competición, sobre todo cuando ésta está a punto de acabar y muchos de los objetivos o ya se han cumplido o se han convertido en inalcanzables.

Los negocios se han apoderado del fútbol

Sin embargo, en un momento donde el negocio es lo que impera en casi todas las categorías, dar oportunidades a canteranos que sienten de verdad el fútbol es una de las mayores formas de reivindicar la verdadera esencia del deporte rey. Además, no se debe olvidar que gran parte de los jugadores que forman parte de estos filiales aman la competición igual que cualquier otro jugador, aficionado o entrenador. Si se les arrebata la oportunidad de luchar por algo tan importante, tan provechoso y tan satisfactorio como es un ascenso o una salvación, ¿cómo se les puede motivar a seguir mejorándose a sí mismos? Sí, se juegan el poder hacerse un hueco en el primer equipo, pero ¿es eso suficiente, sabiendo las escasas opciones que suelen tener de acabar triunfando allí por completo?

Los equipos de Segunda B también se nutren de los filiales

Por otra parte, tampoco puede olvidarse que los propios equipos “originales” de 2ªB suelen nutrirse muchas veces de estos jóvenes “desechados” por los grandes clubes gracias, precisamente, a la experiencia y al nivel competitivo que adquieren en la categoría de bronce. Además, dichos jóvenes probablemente no tendrían las mismas opciones de dar el gran salto a Primera o Segunda División de no haberse medido ante rivales iguales o incluso superiores desde bien pequeños. Un gran ejemplo de ello lo aparece en el Grupo 4: Loren Morón (hijo) ha pasado de ser pichichi del grupo supuestamente más fuerte de la 2ªB a triunfar en la Liga de las Estrellas.

Habría que equiparar las medidas para filiales y el resto de equipos

No obstante, el no querer apartar a los filiales a una liga propia no quiere decir tampoco que éstos puedan gozar de todas las ventajas que un club a veces millonario pueda ofrecerles. Para ello, deberían implantarse ciertas medidas que equiparen las condiciones de las que parte todo equipo: un límite presupuestario, restricciones en cuanto a fichajes estrella para la cantera… porque a veces dividiendo no se vence, porque a veces es mejor ir todos a una.