El pasado lunes, el presidente del CF Reus, Xavier Llastarri, compareció en rueda de prensa para anunciar que la entidad no se presentaría al concurso de concesión del Estadi Municipal, promovido por el Ayuntamiento de Reus, propietario del recinto. La principal alternativa que Llastarri expuso es trasladarse a Riudoms, una localidad muy cercana a Reus, donde se construiría un nuevo estadio con capacidad para 6.000 personas. La situación económica del club es delicada, y la decisión de abandonar la ciudad no ha gustado a los aficionados ganxets. El debate está servido.

Quedarse en Reus, la mejor alternativa (Andreu Rauet Munté)

En la sociedad existen dos tipos de personas: aquellos cuyo pensamiento es racional y aquellas cuyo pensamiento es emotivo. Si tuviera que catalogar una opinión respecto este tema, sería claramente del segundo tipo. Por historia, por el presente, por la institución, y por mil motivos más, el CF Reus debe permanecer en su ciudad, Reus.

Aunque el presidente del club anunció su decisión de no presentarse al concurso de concesión, esa decisión no es irrevocable. Es decir, aún es reversible, y por lo tanto el CF Reus aún puede seguir siendo de Reus. ¿La solución? Desencallar el conflicto mediante el diálogo. Ayuntamiento y club deben sentarse a dialogar, y aunque parece que ya ha habido contactos con el consistorio reusense, todavía no se ha oficializado nada.

A día de hoy, la alternativa más sensata es que el Ayuntamiento de Reus, propietario del recinto deportivo, venda los equipamientos al club. Ambas instituciones resultarían beneficiadas; unos, con la propiedad de un Estadio, y otros, con una cantidad de dinero que permitiría construir nuevos equipamientos deportivos públicos en la misma ciudad de Reus.

La prioridad del CF Reus, un club económicamente modesto, tiene que ser asentarse en Segunda División para conseguir una estabilidad económica. Una inversión tan grande como la de construir un nuevo estadio supondría un desequilibro económico que, aparentemente, el club no tendría por qué afrontar. Además, cabe añadir que la directiva ha invertido más de 600.000 euros en reformar el Estadi Municipal para adecuarlo a la normativa vigente de LaLiga, y por lo que, abandonar la sede de la entidad “roig-i-negre” resultaría absolutamente improductivo.

La situación económica es la que es, favorable pero relativamente delicada. El Reus es el equipo con menor presupuesto de toda Segunda División, y la realidad es que el espectacular rendimiento futbolístico del cuadro ganxet no concuerda, en ninguno de los casos, con la situación económica de la entidad “roig-i-negre”.

Aficionados del Reus presenciando un encuentro | Fotografía: CF Reus
Aficionados del Reus presenciando un encuentro | Fotografía: CF Reus

A este factor cabe añadirle la falta de un patrocinador. Al término de la pasada campaña, el club decidió finalizar el contrato con Borges, y hasta la fecha el club todavía no cuenta con un sponsor. No obstante, el máximo accionista del club, Joan Oliver, anunció meses atrás la incorporación de un nuevo sponsor, que aparentemente aportaría una gran cantidad económica a las arcas de la entidad “roig-i-negre”. Aun así, a día de hoy todavía no hay noticias de ese posible patrocinador.

El factor emotivo también tiene un gran peso. Es cierto que existen grandes clubes que han decidido abandonar su ciudad para trasladarse a una zona más aislada, como por ejemplo el RCD Espanyol, que en 2009 se trasladó a Cornellà. Pero es complicado abandonar un estadio en el que se han disputado las últimas 41 temporadas, un estadio en el que se ha logrado el mayor éxito deportivo para la entidad, el ascenso a Segunda División.

Un estadio en el que se han vivido tantas noches de buen fútbol, goles y pasión “roig-i-negre”. Un feudo en el que se han criado y han crecido generaciones de jóvenes aficionados “roig-i-negres” que soñaban con pisar el césped de su estadio cuando fueran mayores. Familias al completo que cada domingo acudían a ver a su equipo, cuando este aún luchaba por mantenerse en Tercera División.

Si el club abandonara Reus, la ciudad perdería un potencial turístico importante, puesto que el club atrae cada año miles de aficionados llegados de toda España que acuden al Estadi Municipal para ver a su equipo enfrentarse al CF Reus. Una de las personas que más consciente es de lo que supondría para Reus la pérdida de su equipo de fútbol es Salvador Batlle, expresidente del CF Reus. Batlle, que ejerció como máximo dirigente del club durante once temporadas, y fue el artífice de la construcción del estadio municipal en 1977, se ha postulado como mediador entre el Ayuntamiento y el club.

Unas instalaciones a la altura de Segunda División (David Punzano Olive)

El ayuntamiento de Reus, propietario de El Estadi Municipal de Reus, no quiere vender las instalaciones. El alcalde, Carles Pellicer, del Partit Demòcrata Reus, valora otras opciones, pero, ni en pintura, la de vender. En el otro lado de la cuerda, el CF Reus piensa en la compra como el principal deseo. El presidente, Xavier Llastarri, y el Consejero Delegado, Joan Oliver, han reiterado en rueda de prensa su decepción por la postura del consistorio. Por tanto, dos posiciones opuestas desde hace tiempo. Demasiado tiempo.

Después de tantos meses de negociación para nada, en el momento que los máximos líderes del club anunciaron la posibilidad de construir un nuevo estadio, es tiempo de avanzar y poner la primera piedra del nuevo campo. El ayuntamiento no ayuda y la Liga de Fútbol Profesional exige, a cualquier equipo que la conforma, que adecúe sus instalaciones al nivel de la competición en un plazo máximo de dos años. El CF Reus va con retraso por no haber cumplido algunas peticiones, como la uniformidad de los colores en las vallas publicitarias, y el día uno de junio tiene que iniciar dichas obras.

Nadie entendería que el club gastase una cantidad importante de dinero en reformar unas infraestructuras que no son suyas y que nunca lo serán si todo se mantiene igual. Semejante a que nadie hace grandes obras en un piso alquilado. Para qué, si tarde o temprano el que se aprovechará de las mejoras será su dueño. Sin embargo, el club ya hizo algunas reformas. Llastarri afirmó que la cantidad invertida en mejoras asciende actualmente a los 600.000 euros. 600.000 euros que, si no cambia mucho la cosa, serán perdidos.

Unas condiciones que dejan al club sin margen de maniobra para sacar rentabilidad al estadio. En caso de concesión, que es la oferta que propuso el consistorio, no se podría añadir un apellido comercial al Estadi ni utilizar para otras actividades que no sean partidos del primer equipo. Por tanto, eso significaría perder dinero respecto a un nuevo estadio en el que sí se pudiese introducir una marca patrocinadora. Dinero fundamental para hacer crecer al equipo en la parcela deportiva, pero también extradeportiva, como lleva haciendo el club en los últimos años.

Estadi Municipal de Reus | Fotografía: CF Reus
Estadi Municipal de Reus | Fotografía: CF Reus

Un estadio nuevo propiedad del CF Reus le permitiría usarlo y aprovecharlo libremente en busca del beneficio exclusivo del club. Sin tener en cuenta la opinión de otros organismos y sin negociar con nadie. Decisiones unilaterales, no como hasta ahora que, a cada modificación, club de fútbol y ayuntamiento tenían que ponerse de acuerdo.

Las reformas del actual estadio alcanzarían los cinco millones de euros, mientras que el proyecto de hacer uno nuevo serían de nueve millones de euros. Información del Presidente. Una diferencia de cuatro millones a los que habría que restar el valor del estadio en caso de compra, lo que equipara a ambas opciones de futuro. Un proyecto de cero que va muy en serio. Los directivos ya tienen en mente los terrenos en los que se construirían las nuevas instalaciones. Misma organización que las reformas que se iban a hacer en el actual.

La ilusión de una afición de estrenar un estadio nuevo a tan solo cuatro minutos en coche del actual. Una diferencia en el desplazamiento irrisoria. Un campo al nivel de la Liga de Fútbol Profesional, moderno y con mayor capacidad. Un lugar en el que reunir a todas las categorías del club. No como ahora que el primer equipo juega en Reus, el filial en Cambrils, el femenino en el campo anexo y el juvenil, en Riudoms. Definitivamente, un estadio y unas instalaciones a la altura de un equipo de Segunda División y con un proyecto ambicioso.