Tras varias jornadas en las que el equipo dejaba notables evidencias de la carencia de una idea de juego clara, dando lugar a una gran irregularidad, llegaba un partido de la parte alta de la tabla. El Cádiz llegaba a Gijón con una buena dinámica. Dos triunfos consecutivos y una buena imagen durante las anteriores jornadas, les permitía llegar a El Molinón con confianza para tratar de asaltar los puestos de play-off en un escenario aparentemente complicado.

Las distintas dinámicas se dejaron ver desde el primer momento. El Sporting trataba de encontrar espacios mediante combinaciones de pases que no generaban peligro en la portería de Cifuentes. Mientras tanto, el Cádiz, muy bien organizado en defensa, esperaba sus oportunidades al contragolpe.

Con el paso de los minutos, el cuadro gaditano se fue haciendo con el control del partido. Los de Paco Herrera no encontraban la forma de darle la vuelta a la situación. El peligro de jugadores como Salvi Sánchez a la contra y el mal estado de forma de la zaga rojiblanca (especialmente señalados ambos centrales) dieron lugar a la debacle del Sporting ante su afición.

Los goles de Garrido, Álvaro García y Barral le daban los tres puntos al Cádiz, que volvía a estar en esa lucha por el ascenso a LaLiga. Por otro lado, se trataba de la primera derrota del Sporting en El Molinón desde que se iniciase la temporada. El contundente resultado dejaba helado a un Molinón en el que se mezclaba el sonido de los pitos con el más absoluto silencio.

Algunos consideran que aquel fatídico encuentro fue el comienzo de la despedida de Paco Herrera, un entrenador que no logró encontrar la tecla en Gijón. Esta fue la derrota más abultada que vivió en el banquillo del Sporting y seguramente la más dolorosa de todas.