Tras una temporada entera llena de derrotas y de partidos en los que los malagueños no han sido capaces de ganar y después de perder frente a su rival directo (Levante) en el último minuto de la jornada anterior, Roberto y el Málaga llegan a San Sebastián con ganas de suavizar el descenso, siendo conscientes de que el daño ya está hecho en los corazones malaguistas. En un once repleto de jugadores de calidad se sitúa el protagonista. Lejos de ser una estrella mediática y, a pesar de que fuera este año un fichaje de nivel para la portería, el objetivo que se marcó desde un principio de temporada fue disfrutar del fútbol, volver a recuperar sensaciones, con el fin de poder aguantar un año más en la máxima liga profesional del mundo.  

El arquero madrileño cedido por el Espanyol ha sido uno de los fijos para todos los entrenadores que han pasado por la Rosaleda. Esta temporada ha sido en la que más partidos ha jugado, 32 en total, quedando cinco jornadas por disputar. Este curso no ha sido el año del Málaga, en el cual no ha encontrado un proyecto planificado en el que confiar y el cual trasmita ambición y seguridad tanto a los jugadores, club y aficionados, de ahí que en La Liga mostraran una cara más amarga en comparación a la del año pasado. Aun así, no ha sido el equipo que más goles en contra ha encajado, gracias a la labor de Roberto Jiménez bajo los tres palos. Si no que la falta de gol en el conjunto boquerón, anotando solamente veinte tantos, les han condenado de antemano a la Segunda División.

Roberto lleva consolidándose varios años en la Liga y tras la aventura que realizó al fichar por tres años por el Olympiacos de Grecia (2013-2016) y después de ganar La Liga de Grecia y la Copa de Grecia, decidió volver a España. A sus 32 años se enfrentará a una Real Sociedad que se sitúa en puestos de nadie con la mínima posibilidad de luchar por puestos europeos. Sin embargo, los malaguistas recurrirán al partido de vuelta frente a su afición para dar una alegría, como lo hicieron ganando 2-0 en Anoeta