El final de temporada para las guajas sportinguistas ha sido tan inestable como tranquilo. Sin correr ningún riesgo en la clasificación, han encadenado una serie de derrotas consecutivas que llegaron a alarmar, pero sin llegar nunca al estado de pánico temido por todos los entrenadores. Y es que no es fácil para un equipo asimilar las derrotas, y mucho menos si son ocho, y tan seguidas. Sin embargo, supieron reponerse para conseguir, en estos dos últimos encuentros, dos victorias que las ha dejado, finalmente, en la novena plaza de la competición. 

El último de estos partidos ganados ha sido contra el Victoria FC que, casualmente, era rival directo en la clasificación, dentro de la lucha por conseguir ese puesto número nueve que, a fin de cuentas, llegó a convertirse en el objetivo de este equipo que pudo respirar muy tranquilo al final de la presente temporada. Si bien es cierto, dicha victoria fue tan contundente que se hizo patente el hecho de que se merecían quedar por delante en la clasificación.

Mareo fue testigo de la superioridad de las guajas, ante su atenta mirada, orgullosa por ver que los colores rojiblancos están bien representados. No solo en ese partido, si no en todos los que las guajas han podido disputar. No hay camiseta mejor defendida que aquella que lleva el escudo sportinguista. Bien, esta victoria fue por cinco goles a uno, llevando la fiesta a este final de temporada para el Real Sporting Femenino. 

No han sido pocas las ilusiones que las sportinguistas habían despertado en el seno de la familia rojiblanca. A pesar de las derrotas, Gijón comenzó a volcarse con un equipo que, por desgracia para el fútbol, nunca había tenido el reconocimiento que se merece. Y probablemente aún a día de hoy siga sin tenerlo. Esto debe cambiar, y el cambio comienza, precisamente, partido a partido.