Pamplona no olvida. Entre los seguidores rojillos aun escuece la derrota ante el Nàstic y, sobre todo, el contexto en el que se celebró el encuentro. El partido se tenía que disputar el 2 de diciembre a las 21:00 h, pero las fuertes nevadas obligaron a la Liga a aplazarlo hasta el 18 de enero. En el partido, dos zarpazos del Nàstic condenaron la falta de puntería de los navarros.

Aplazado con polémica

Los hechos del 2 de diciembre marcaron claramente el partido. No sólo por el malestar local con la decisión, sino que también por las numerosas bajas que traía el Nàstic al Sadar. El equipo arbitral decidió, después de esperarse media hora, que las condiciones del césped no eran adecuadas para practicar un partido de futbol.

La polémica llego después. Al no celebrarse el choque, el conjunto tarraconense decidió volver a casa, pese a que los rojillos pidieron que se quedaran un día más para disputar el encuentro en un plazo de 24 horas.

El equipo navarro reclamó los tres puntos del partido por incomparecencia del rival, pero ni el Comité de Competición ni el de Apelación aceptaron el recurso. Desde el Osasuna se atacó muy duramente al Nàstic de no querer jugar el partido por la numerosa cifra de bajas que acarreaban.

La sorpresa en el Sadar

El Nàstic llegó al partido aplazado con el mismo número de bajas, pero con el impulso de los fichajes provenientes del mercado invernal. Uno de ellos fue Álvaro Vázquez, quien sentenció el partido con el segundo gol.

Los grana tuvieron que jugar en un escenario más hostil de lo normal, debido a la cronología del mes de diciembre. Con la tercera posición en juego, el Osasuna salió a morder. El primer avisó llegó de la bota de David Rodríguez, quien cazó un mal despeje de Kakabadze para acabar enviando el balón al palo.

Los rojillos siguieron intentándolo, hasta que en una jugada aislada Manu Barreiro ponía por delante a los visitantes. El gallego, en un despliegue de calidad, se inventó un autopase que sobrevoló a la defensa navarra y al propio portero, para acabar rematando a portería bacía.

A partir de allí, y con el Nàstic totalmente encerrado, los rojillos bombardearon la portería nastiquera. Pero ésta seguía protegida por el guardameta macedonio, que fue uno de los mejores del conjunto grana. Con los tarraconenses aguantando el resultado como buenamente podían, un pase de Barreiro llegó a Álvaro Vázquez.

El delantero cedido por el Espanyol recortó al portero, que había subido hasta el medio campo, y posteriormente dejó atrás el último defensor que quedaba para rematar a placer. Dos chutes y dos goles. La efectividad y Dimitrievski fueron las mayores armas de los grana en la victoria.