En la fecha marcada en el calendario por celebrarse el día de la madre, un niño llamado Dani Escriche certificó la permanencia del Lugo en Segunda. Será la séptima temporada consecutiva del equipo lucense en la división de plata del fútbol español y puede que la del asentamiento del joven goleador de Burriana en el primer equipo. Todo un éxito que parece no contentar a todos por igual. 

Después de una temporada en la que el CD Lugo regaló a su afición una primera vuelta memorable, llegando incluso a ser un claro aspirante a disputar los playoff de ascenso, el premio será la permanencia.  Para muchos, el encontrarse a falta de cuatro jornadas en 12ª posición y sin posibilidades de ascenso será una decepción. Si, solo una decepción, en ningún caso se podría hablar de fracaso puesto que el objetivo de este club –al menos por el momento- debe ser la permanencia y consolidación en el fútbol profesional. La salvación parece un premio “descafeinado”, que está bien pero que ya se daba por asentada prácticamente al acabar la primera vuelta. El verdadero aficionado albivermello puede sentirse decepcionado si, pero no por la labor desempeñada por su equipo, sino por el hecho de que Francisco y sus jugadores lo hicieron tan bien durante gran parte de la temporada que muchos se lo creyeron. Se creyeron que este año el Lugo daría un golpe sobre la mesa y pelearía por un puesto en la mejor liga del mundo. La afición soñó como nunca antes lo había hecho y ahora el premio de la salvación, contenta, pero menos. Satisfacción por cumplir el verdadero objetivo, pero “palo” por ver como el equipo se ha desinflado en esta segunda vuelta.

Temporada mayúscula del Club Deportivo Lugo, cuyo objetivo se ha cumplido con creces y ha regalado ratos de fútbol memorables a la parroquia del Anxo Carro. Puede que ahora el premio sepa a poco, pero con el tiempo se recordará esta temporada por ser una de las mejores en la historia del club: el gol de Juan Carlos, la remontada contra el Alcorcón, cuando los hombres de Francisco fueron líderes