"Dan muchas patadas. Pierden mucho tiempo. Son el antifútbol. Así es imposible jugar...", y un largo etcétera de calificativos que han recibido, tanto de aficionados, como de periodistas o incluso entrenadores, los equipos entrenados por dos grandes figuras que vuelven a verse este sábado en el Coliseum: José Bordalás a un lado, con su Getafe; y, al otro, el Cholo Simeone, con el Atlético de Madrid. No obstante, bien se les podría poner en el mismo lado de la balanza por las numerosas similitudes que esconden. 

De la nada al todo

El argentino llegó a mediados de la temporada 11/12 y, desde entonces, el club colchonero no ha parado de crecer. De estar en el mero ostracismo a pelear por absolutamente todo. En su haber, una liga, una Copa del Rey, una Supercopa de España, una Europa League, una Supercopa de Europa y, aunque se perdieron, dos finales de Champions League. Todo esto obrando milagros campaña tras campaña con los numerosos inconvenientes que se le presentan. Sobre todo este presente curso, con la prohibición de poder inscribir jugadores fichados hasta invierno, el cambio de estadio, que si Griezmann se iba o se quedaba... Pues Simeone lo ha vuelto a hacer. Segundo en La Liga y en la final de la Europa League.

Griezmann y Simeone celebrando un tanto del francés. / Foto: Gettyimages
Griezmann y Simeone celebrando un tanto del francés. / Foto: Gettyimages

Misma tesitura en la que se encontró Bordalás, su homólogo. En su caso, el técnico alicantino aterrizó cuando el Geta se encontraba en el pozo de Segunda División. Nunca mejor dicho, ya que eran los penúltimos clasificados. Hoy, año y medio después, les tiene peleando por entrar en Europa, 7º con 52 puntos, convirtiéndose en el tercer entrenador en la historia de los azulones en superar la barrera de los cincuenta puntos. Cosechó así su segundo ascenso consecutivo tras haberlo conseguido previamente, justo el año anterior, con el Deportivo Alavés.

Mismo esquema, misma teoría

Ambos, eso sí, bajo un mismo prisma que resulta prácticamente innegociable, aunque algunas veces se le dé diversos matices: el 4-4-2. Un esquema con el que han encontrado el ecosistema perfecto para mezclar todas las mejores piezas posibles en el mismo once. Sin embargo, hay más parecidos dentro de la alineación. Por ejemplo: optar por dos porteros altos (Oblak y Guaita); una sala de máquinas experimentada; un interior-extremo veloz (Correa/Vitolo y Amath) como contraste de otro más técnico que sirve como hilo conductor para la delantera (Saúl y Portillo); y una pareja de ataque con un delantero de envergadura y gran juego de espaldas (Costa y Molina) junto a otro más escurridizo que aproveche los espacios creado por su compañero (Griezmann y Ángel). 

El 4-4-2 por bandera en el Bordalismo y el Cholismo

Por tanto, no es casualidad a la hora de comparar números -teniendo en cuenta las diferencias presupuestarias entre uno y otro- dar con más afinidades. Mientras que el Atlético de Madrid es el equipo menos goleado de La Liga (20 goles encajados), el Getafe es el tercero (32 tantos recibidos). Tampoco se destapan como enormes potencias ofensivas, pero sí les basta los números goleadores que tienen para sacarles el máximo rendimiento posible a cada diana que cae a su favor. La tan conocida cultura como 'unocerismo'. Todo esto gracias a que han sido capaces de inculcar a los suyos una misma filosofía. Pero, lo más importante, es que sus jugadores creen en ellos. Sea cual sea el modus operandi, cogen cualquier arma y se van a la guerra por sus técnicos.

Bordalás da instrucciones a un ex atlético, Amath. / Foto: getafecf.com
Bordalás da instrucciones a un ex atlético, Amath. / Foto: getafecf.com

Dicho esto, y volviendo a la primera frase con la se que iniciaba el artículo, son innumerables las críticas que reciben Bordalás y Simeone. Pero, a pesar de ello, ellos aplican los "oídos sordos" y siguen labrando su historia. Porque digan lo que digan, están haciendo historia. Porque en su teoría no cabe otra que sea la de no ganar. Sea como sea -siempre dentro de los límites del reglamento-.  Un 'Cholismo' al que le sigue ya el bautizado como 'Bordalismo'.