El Albacete Balompié afronta esta jornada una nueva cita visitando el Estadio de La Romareda. Los leoneses llegan a la capital maña con la aspiración de reafirmar su permanencia en la categoría. Desde la llegada de Enrique Martín al banquillo ese ha sido el principal objetivo y aunque está costando certificarlo, la mejora con la llegada del navarro fue notable y José Manuel Aira cayó en el olvido.

Enrique Martín fue futbolista desde 1978 a 1988. Durante esos diez años siempre vistió la camiseta del C.A. Osasuna. Tras su retirada, comenzó a dirigir diferentes equipos de las categorías inferiores del club donde tanto tiempo había estado como jugador. El navarro siempre se ha desmarcado como un entrenador pasional, que vive el día a día de sus equipos como un aficionado más. Tanta es la pasión que vive el técnico que en el mes de mayo de 2015 su corazón le obligaba a parar tras sufrir un síndrome coronario agudo. Pero el corazón incansable de Enrique quería seguir en el mundo del fútbol, derrochando amor por su equipo y por sus jugadores y así lo hizo.

El navarro siempre dota a sus equipos de ese matiz de garra y corazón. Transmite ese sentimiento de amor por lo que hace a todos sus hombres. En un plano más estrictamente futbolístico, Enrique opta por dar consistencia defensiva a sus equipos. Partiendo de la idea de que es más fácil ganar si no se recibe gol, el experimentado entrenador navarro aleja a sus rivales del área y permite una mayor creatividad en la zona de ataque.

En el Albacete acostumbra a defender con línea de cinco teniendo los carrileros un amplio margen para incorporarse al ataque. Bela y Zozulya, delanteros habituales, tiene libertad de movimientos y es esa creatividad permitida lo que les hace peligrosos.