Fin de fiesta en el Metropolitano. Tras la conquista de la Europa League la temporada 2017/2018 tocaba a su fin esta tarde. Después de convertirse en eurocampeones y de celebrar con la afición el título resulta que todavía quedaba un partido más para finiquitar el año rojiblanco.

Para qué engañarnos, la gran mayoría no se había acordado del Eibar en toda esta semana pero efectivamente el equipo armero rendía visita al Metropolitano y Diego Pablo Simeone demostró que fiesta sí, pero compromiso también. El argentino dispuso un once titularísimo donde destacaba una figura por encima de todas, la de Fernando Torres. Al niño le tocaba hacerse hombre, afrontaba su último partido con la rojiblanca de sus amores y estaba decidido a ser el hombre del encuentro. El estadio entero se caía cantando a su ídolo, multitud de camisetas y pancartas llenaban las gradas y todos esperaban que Fernando hiciera lo que mejor sabe, marcar goles.

Pero si el Atlético es sinónimo de compromiso también lo es el Eibar. El equipo de José Luis Mendilibar llegó a Madrid sin complejos y con la intención de redondear una magnífica temporada sumando en el campo del subcampeón. Con un once que tampoco sufría demasiadas rotaciones los vascos comenzaron poniendo en apuros a los zagueros rojiblancos. Aún así la primera clara la tuvo Torres que perdonó en un mano a mano ante Dmitrovic.

Es tónica habitual que cuando un equipo perdona al Atlético los rojiblancos te matan pero en esta ocasión fue todo lo contrario. El equipo colchonero no fue capaz de aprovechar sus ocasiones y Kike García sorprendió a Oblak con chut cruzado. Los visitantes se adelantaban y aunque el ambiente era más propio de un partido amistoso la reacción del Atlético no se hizo esperar. Espoleado por el público los locales siguieron empujando al Eibar hacia su propio campo y las ocasiones siguieron cayendo hasta que por fin en el minuto 42 Fernando Torres aprovechó un gran pase de Correa para poner el empate. El Metropolitano se cayó con el gol del fuenlabreño al que regalaron una ovación atronadora al tiempo que el niño besaba con orgullo el escudo que llevaba en el pecho. Qué bonito es el amor.

La segunda parte comenzó con un Eibar lanzado en ataque. Hasta tres ocasiones claras tuvieron los visitantes para volver a ponerse por delante en el marcador y Simeone decidió dar un golpe de efecto. Fuera Koke y Correa y dentro Griezmann y Costa. Ofensiva pura del Atlético que, eso sí, seguía estando liderada por Torres.

El delantero hispanobrasileño no tardó en ser clave ya que con un pase largo dejó solo a Torres que tras amagar el disparo consiguió batir a Dmitrovic y voltear el marcador para su equipo. El guión del partido parecía escrito por un novelista de amor, pero como la vida no es una novela un nuevo giro de la historia dejó al Atlético con uno menos tras la expulsión de Lucas y propició el empate del Eibar. Rubén Peña sacó un latigazo desde la frontal ante el que Oblak no pudo hacer nada. 

A partir de aquí el protagonismo se dividió entre un Fernando Torres que buscaba desesperadamente su hat-trick y un Antoine Griezmann cuya incertidumbre sobre su futuro provocó los pitos de parte de la afición. Los minutos finales nos dejaron ver también la ambición de un Eibar que quería ganar pero que igualmente se mostró satisfecho con el 2-2 final. Por su parte el Atlético sellaba su segunda posición liguera y daba una despedida agridulce a un emblema del club con un emotivo acto tras el encuentro. Torres se va del Atlético pero el Atlético nunca se irá de él. Hasta pronto Fernando.

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