El público de Los Cármenes está cansado. La deriva del Granada CF ha llevado a que su afición se sume en un estado de profundo hartazgo. Sus miras están ya puestas en el verano. En ilusionarse con la Selección y esperar a un nuevo proyecto nazarí para la temporada que viene. La demostración más significativa de este fenómeno fue la entrada del feudo rojiblanco en el partido contra el Reus. 6.068 espectadores, la cifra más baja en Liga desde que el conjunto andaluz regresó al fútbol profesional en 2010, hace ya ocho años.

Hasta este fin de semana, el partido en casa con menos espectadores era el disputado contra el Nástic en marzo: un total de 8.493. Casi 2.500 más que este sábado. Si estos números se comparan con los de las seis temporadas en Primera, la diferencia, como es lógico, es todavía más sangrante. En el encuentro contra el Espanyol, el último de la pasada campaña, 10.076 aficionados se dieron cita en el Zaidín.

La entrada más bajo el año del acenso a Primera fue 12.000 espectadores, el doble que contra el Reus

Desde que se consumara el descenso en Anoeta hace ya más de un año, el espejo en el que el granadinismo ha proyectado sus ilusiones ha sido la temporada 2010-2011. La de Fabri, Ighalo y el Martínez Valero. La asistencia media aquel año casi alcanzó los 15.000 espectadores. Los partidos con peor entrada fueron frente a la Ponferradina y el Recreativo, con alrededor de 12.000 espectadores cada uno, el doble que contra el Reus.

Hay que remontarse a los primeros meses de la 2009-2010 para encontrar un precedente tan negativo –aunque no hay datos exactos-. La última temporada en Segunda B, esa que empezó con Álvarez Tomé en el banquillo y finalizó con Fabri. En el tramo final de esa campaña, las cifras fueron brillantes. En la promoción, el choque contra el Alcorcón congregó a unos 12.000 espectadores. Incluso frente a la Ponferradina, con el ascenso ya consumado, la entrada fue mejor que en el partido de este fin de semana. Unos 7.000 aficionados despidieron aquel año histórico.

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