Qué rápido pasa el tiempo. El tiempo vuela. Tempus fugit, como decía Virgiglio en su obra de Georgicae III. Este domingo se cumple un año de la final de la Copa del Rey que protagonizó el equipo albiazul ante el Barcelona. Un año de aquella demostración al mundo que el alavesismo está en auge y en una constante evolución. 

El 27 de Mayo de 2017 quedará siempre grabado a fuego lento en la historia de la escuadra gasteiztarra. Y no exactamente por ganar un título. Los albiazules demostraron que a este club no le hacen grande los títulos sino que le hace grande su gente.

Así las cosas, ese último sábado de mayo fue una jornada histórica para el alavesismo. Ese día y ante los ojos de todo el planeta, los muchachos de Pellegrino se plantaron en Madrid dispuestos a plantar cara a la tropa de Luis Enrique. El objetivo no era para nada sencillo, pero había que luchar por toda esa gente que estaba empujando por detrás.

Todos los estamentos del club tenían ganas de título y daba igual el tamaño del rival. Era un ambiente festivo excepcional y la gente llegada desde Vitoria animaba sin parar desde las gradas del mítico Calderón. 

Aun así y dentro de estos párametros ideales, el choque no comenzó de manera favorable para el Deportivo Alavés. Salió valiente y bravo pero el primer golpetazo corrió a cargo de Leo Messi. El gol, produjo el efecto contrario a los hombres que vestían de azul y blanco. Lejos de venirse abajo, el equipo se animó llegando al ataque con más frecuencia. De esta forma, Theo Hernández se encargó de poner las cosas en su sitio. Sacó esa zurda elegante y puso el balón en la escuadra. Éxtasis.

Desafortunadamente, el cuento no acabó de la mejor manera posible. Llegó la tempestad y el choque quedó decantado para el descanso con dos goles de Neymar y Alcácer. 

La derrota trajo consigo alguna que otra lágrima pero ese día fue el orgullo quién venció la batalla. Desde aquel fondo del Vicente Calderón el Alavés demostró estar mas vivo que nunca. Quién sabe cuando llegara la siguiente, pero lo que está claro es que volverá.

La afición en las gradas del ya derrumbado Calderón. Fotografía: LaLiga
La afición en las gradas del ya derrumbado Calderón. Fotografía: LaLiga