Ya es oficial: Rayo Vallecano y Huesca serán los dos equipos que de momento tienen asegurada su presencia en Primera División la campaña que viene. Si los oscenses certificaban su ascenso directo la jornada pasada en el Anxo Carro, los vallecanos hacían lo propio ante la mirada del mismo conjunto. Vallecas fue una auténtica olla a presión durante los 90 minutos del partido. Tanto aficionados como jugadores y cuerpo técnico estallaron de júbilo tras el pitido final.

La única ambición de los lucenses en este encuentro era la posibilidad de sobrepasar su máximo registro histórico de puntos en Segunda, 56 puntos. Sin embargo, con esta nueva derrota, el Lugo se jugará este hito ante un Almería que llega a un punto de la permanencia al Anxo Carro.

Primera parte rayista

Con el hambre propia de un león a dieta, el Rayo Vallecano salió a por todas durante los primeros minutos del encuentro. Míchel, que apostaba por los esperados sobre el verde, ordenó a sus hombres que adelantaran líneas e intentaran ponerse por delante en el marcador lo antes posible. Francisco, por su parte, planteó un dibujo ligeramente diferente a otras ocasiones. Carlos Pita ocupó un puesto de central al lado de José Carlos, que sería el único defensor puro junto a los laterales.

De este modo, la mayoría de ocasiones transcurrieron en el área de Roberto. Primero Bebé, desde fuera del área, y luego Raúl de Tomás, en un remate de cabeza a placer, avisarían al Lugo en los primeros diez minutos. Los gallegos, ante la alta presión de sus rivales, intentaron salir jugando por medio de un Roberto que tuvo incluso que tirar de recortes y filigranas para zafarse de los delanteros.

A pesar del claro dominio vallecano, el Lugo bien pudo silenciar el estadio cuando corría el minuto 16. Campillo ponía un balón al segundo palo desde la derecha que remataba con un cabezazo picado Kravets. Alberto García conseguía sacar bajo palos el disparo y ahorrar algún disgusto al aficionado local. Transcurriría el tiempo con más oportunidades perdidas del Rayo y con un Lugo que hacía contener el aliento a más de uno con sus llegadas. Por fin, en un saque de banda rápido por parte de los rayistas, llegaría el primer y único tanto de la tarde.

Aprovechando las protestas de los jugadores del Lugo al colegiado por su decisión, Álex Moreno se internaría en el área de Roberto para mandar el esférico cruzado a la escuadra de la portería. Gol inapelable en el 40' que llevaba al éxtasis a una grada abarrotada. Quedaba menos. O eso pensaba el Rayo. El Lugo, contra todo pronóstico, se creció con el tanto en contra. La jugada posterior al gol otorgaba a los albivermellos una falta con posición franca para el disparo directo. Jaime Romero asumió galones y se atrevió a probar suerte. Su trallazo con la zurda impactó en la cruceta de la meta de Alberto, que ya vencido, daba gracias a la madera por su trabajo. Los lucenses reclamaron penalti en el rechace de la falta, acusando a la zaga del Rayo de derribar a Escriche en posición franca para remate. Sea como fuere, el trencilla no tardó en señalar el camino a los vestuarios.

Sufrimiento y alegría rayista

Un guión muy distinto tuvo la segunda mitad. El Rayo, con medio trabajo hecho, se limitó a defender con uñas y dientes el marcador. Cedió el esférico al Lugo y cesó en su presión intensa. Se arriesgaron a basar sus acciones de peligro en los contraataques. No fue precisamente una mala decisión por parte de Míchel y los suyos, puesto el resultado no varió. Pero pudo hacerlo. Para uno y otro lado.

Muy buen partido por parte de Roberto, portero y capitán del Lugo en Vallecas. El meta hizo una demostración de buena forma y reflejos, sobre todo en esta segunda parte. Las contras rayistas, que tuvieron mayor o menor presencia según el devenir de los minutos, toparon con un fantástico portero bajo palos. Entre las atajadas de Roberto y algún que otro susto cerca de los dominios de Alberto García, Jorge Figueroa decretaría el final del partido y el comienzo de la fiesta local. El Rayo Vallecano vuelve a ser de Primera.