Ha sido una temporada frenética la que se ha vivido en el Carlos Belmonte. El Albacete Balompié regresaba al fútbol profesional tras ascender en unos playoffs complicados, en los que después de caer ante el Lorca, tuvo que derrotar a dos rivales para lograr el ascenso.

Aunque el objetivo se cumplió, todas las miradas estaban puestas en la figura de José Manuel Aira. El técnico leonés estaba siendo cuestionado, ya que, pese a llevar al Albacete a lo más alto del Grupo II de Segunda División B, el final de temporada había sido muy flojo.

No obstante, la llegada de Skyline a los mandos del Albacete en julio no supuso ningún cambio de aires en el banquillo. Se le dio a Aira un voto de confianza para que comenzara en tierras manchegas La Liga 1|2|3.

José Manuel Aira no dio la talla

La primera prueba la superó con éxito. El equipo debutaba en el Nuevo Los Cármenes, el feudo de un equipo recién descendido de Primera División, por lo que la lógica invitaba a pensar que el partido se saldaría con una cómoda victoria del Granada. Pero como la lógica y el fútbol no van de la mano, el Albacete consiguió un empate que dejó a los suyos un muy buen sabor de boca.

Con los ánimos por las nubes tras marcharse invictos de Granada, los manchegos debutarían en el Carlos Belmonte frente al Córdoba, donde fracasaron estrepitosamente recibiendo un doloroso 0-3. Y los de Aira no levantaron cabeza.

José Manuel Aira tras un partido | Foto: J. Mondéjar - VAVEL
José Manuel Aira tras un partido | Foto: J. Mondéjar - VAVEL

Los siguientes cuatro partidos se contaron como cuatro derrotas (cinco si se cuenta la derrota en Copa del Rey). Y aunque por fin, tras esa pésima racha Aira logró una victoria frente al Oviedo, la semana siguiente el Numancia les endosó ni más ni menos que cinco goles. Usaron al Albacete como un juguete, como un trapo de usar y tirar. Por ello, la directiva respondió alejando a Aira del banquillo del “Alba”. El leonés ponía fin a su etapa tras la negativa de una victoria, un empate y cinco derrotas en siete partidos.

Llegó Enrique Martín, y con él llegó la ilusión

Entrenador nuevo, victoria asegurada. O al menos así reza una de las frases más célebres y populares del mundo del fútbol. En este caso concreto, el dicho sí se cumplió. Enrique Martín aterrizó en Albacete para levantar el vuelo, su Boeing 747 empezaba el trayecto con el fin de rescatar al equipo y llevarlo fuera de los puestos de descenso.

La primera piedra en el camino era un viejo conocido, el Lorca CF. Los murcianos habían propiciado que el ascenso del Albacete fuera más complicado de lo que podría haber sido, pues eliminaron a los manchegos en los playoffs de campeones de Segunda B.  Sin embargo, con Enrique Martín al mando, el “Alba” derrotó al Lorca. Y también al Sevilla Atlético, y un poco más tarde también cayó el Almería. Y entre tanto, en los enfrentamientos ante los grandes de la categoría el equipo no defraudaba, pues se lograron empates ante Rayo Vallecano, Huesca, Sporting de Gijón y Zaragoza. E incluso se derrotó al Valladolid.

El Albacete llegó a alcanzar una racha de ocho partidos sin perder en el Belmonte; con cinco victorias y tres empates

La ciudad de Albacete era pura alegría e ilusión. Y era lógico. Enrique Martín no sólo había sacado al equipo del descenso, si no que lo había colocado en mitad de tabla, más cerca de los puestos de playoffs que de los de descenso. Ya sólo quedaba una cosa por hacer; la victoria fuera de casa. Era lo único que se le resistía al “Alba”, el último ejercicio en una larga lista de tareas.

Y en el Mini Estadi, frente a un Barça B plagado de jóvenes talentos, Nili Perdomo dictó sentencia para que el Albacete firmara su segunda mejor primera vuelta en La Liga 1|2|3 en los últimos 15 años. Casi nada. Enrique Martín le había dado un cambio de imagen radical al equipo.

El accidente de Pelayo

Sin embargo, cuando mejor iban las cosas, tuvo lugar uno de los momentos más duros de la temporada (si no el que más) en la familia de la entidad manchega. El equipo se había desplazado a Huesca para disputar el partido que los enfrentaría a los de Rubi.

Pero esa misma mañana, saltaban todas las alarmas y llegaban las peores noticias desde el Hotel ABBA de Huesca: Pelayo Novo se había caído desde el tercer piso. Aunque por fortuna sobrevivió (y sigue recuperándose satisfactoriamente) fue un revés durísimo. Lógicamente, el Huesca – Albacete que iba a disputarse fue aplazado y la expedición manchega volvió a casa tras lo que fue un duro traspiés emocional.

Además, el varapalo coincidió con el comienzo de la nefasta racha que casi devuelve al Albacete a la Segunda División B. El aplazamiento del partido creó una semana complicadísima en el calendario de los manchegos, teniendo que jugar un jueves ante el Huesca y ese mismo domingo ante el Almería, ambos partidos como visitantes.

Es decir, en cuatro días tenían que recorrerse España y disputar dos partidos, algo que los equipos de La Liga 1|2|3 no tienen costumbre de hacer. Por ello, Enrique Martín planteó para ambos partidos formaciones muy conservadoras para conformarse con empatar.

La mala racha finalmente fue de once partidos sin vencer

El problema fue, que desde entonces, el Albacete jugó así todos y cada uno de sus partidos restantes. Y no se ganaba ninguno de ellos. Al principio el problema no parecía serio, es que ni parecía un problema de hecho. Una mala racha la podía tener cualquier equipo, y es lo que se pensaba en la localidad manchega.

No obstante, la cifra de partidos sin ganar aumentaba, y el gran margen que había conseguido el equipo con respecto a los puestos de descenso se esfumaba. Y cuanto peor iba la cosa, más le costaba reaccionar al equipo, pues habían vivido toda la temporada en una cómoda situación de mitad de tabla. Y finalmente, se llegó a las dos últimas jornadas de la peor manera posible: el “Alba” se encontraba en la lucha por la permanencia.

Se obró el milagro en Tenerife

Era inconcebible e incomprensible lo que estaba pasando. Había que remontarse quince años atrás para encontrar una primera vuelta mejor del Albacete en Segunda División. Se había creído hasta en alcanzar los playoffs. Y sin embargo, otra vez a luchar por no descender.

La penúltima jornada se vivía en el Carlos Belmonte una auténtica final; Albacete – Barça B. La entidad manchega había hecho de todo para salvar los muebles en ese partido: concentración del equipo durante toda la semana en el pinatar, promociones para llenar el estadio e incentivar el recibimiento al equipo antes del partido.

Nada podía salir mal. Pero aunque no salió mal, tampoco salió bien. Empate a cero. Eso significaba que en Tenerife, el equipo tenía que ganar para evitar sustos innecesarios, pues dependían de sí mismos. Y aun así en Tenerife, tampoco lograron la victoria. El Albacete se salvó en parte por demérito de sus rivales.

El Albacete celebra la permanencia en el vestuario del Tenerife | Foto: albacetebalompie.es
El Albacete celebra la permanencia en el vestuario del Tenerife | Foto: albacetebalompie.es

El resumen de la temporada del Albacete es un quiero y no puedo constante. Una montaña rusa de resultados. Cuando el equipo iba tan bien que los playoffs eran el objetivo, siempre había algún pinchazo que los alejaba. Y cuando fueron cuesta abajo y sin frenos, en los tres meses que tuvieron para lograr dos victorias que los hubiera salvado, no lograron ninguna.

Finalmente, el equipo será de La Liga 1|2|3 un año más. Ahora, en la entidad manchega solo resta celebrar la permanencia y planificar correctamente la temporada que viene para que al menos, sus aficionados no tengan que estar sufriendo hasta la última jornada.