12 partidos ganados, 16 empatados y 14 perdidos hacen un total de 52 puntos posibles, los cuales, en la increíblemente exigente categoría de plata del fútbol español se traducen en una decimotercera plaza. A grandes rasgos, estos son los números de la temporada de una Agrupación Deportiva Alcorcón que, más allá de lo que puede llegar a decir el puesto que ocupa tras 42 jornadas, ha desarrollado una campaña de lo más rocambolesca y que afortunadamente para todos los aficionados alfareros, se ha resuelto con final feliz. Cuatro son, en definitiva, las etapas que el equipo del sur de la capital ha vivido desde el mes de agosto hasta el reciente y pasado mayo.

Después de una dura pretemporada en el mes de julio tras otro verano de infinitas caras nuevas, el equipo de Julio Velázquez parecía que estaba suficientemente preparado para encarar la octava temporada de su historia en LaLiga1|2|3. Así fue. En los cinco primeros partidos, los amarillos vencieron al Albacete y Real Zaragoza y empataron frente a Sporting, Cádiz y Barça B, lo que trajo consigo la consecuencia natural y más obvia: una ilusión por entrar en PlayOffs al ver que el equipo se encontraba en las primeras posiciones de la tabla y que estaba capacitado para plantar cara a cualquier rival de talla grande. Pero aquí finalizó la primera etapa, la más feliz quizá. Septiembre no acabaría bien para los madrileños contra todo pronóstico.

Nadie se pensó que después de estar invicto las cinco jornadas iniciales de campeonato, el Alcorcón iba a encadenar, en contrapartida, cinco partidos consecutivos perdiendo, y además, con resultados muy abultados como en Tenerife y Valladolid por 4-0 y Córdoba por 3-0. Adiós al sueño del ascenso en poco más de un mes. En Segunda División no se puede vivir de las rentas y muchísimo menos a principio de temporada. Julio Velázquez no supo volver a dar con la tecla, y hasta que no se reencontró a la sexta batalla disputada en Tarragona frente a un Nàstic al que le tocó vivir una sesión bastante similar, el conjunto alfarero no levantó cabeza y fue capaz de abandonar la etapa más dura de todo el campeonato.

Volver a encontrar la fórmula ganadora, el objetivo frustrado

La tercera fase, la más larga, se desarrolló entre noviembre y abril. Los amarillos se pusieron un nuevo objetivo, el de la salvación, ya que con un balance bastante regular, se encontraban más cerca del descenso que de la promoción. Así, comenzaron los empates y los partidos con pocos goles, la mayoría de ellos con menos de tres e incluso de dos, teniendo como principal argumento el sistema defensivo implantado por el técnico castellanoleonés. Empezó así, un runrún en el Estadio Municipal de Santo Domingo que nada gustó a los pocos aficionados que se desplazaban hasta el acogedor feudo alcorconero, que albergaba jornada sí y jornada también entre 2.000 y 3.000 espectadores contando la expedición visitante, un número que dejó mucho que desear y que desató la famosa crítica del entrenador salmantino en rueda de prensa. “Hay que apretarse los huevitos”, comentó, en referencia a la afición y a los propios jugadores, pues los meses pasaban y no había manera de abandonar la zona baja de la tabla. Algunos esperaban lo peor: el regreso a 2ªB. Otros, más optimistas, no dudaron en confiar por enésima vez en su equipo.

Por último, que no peor, la cuarta fase, sin ninguna relación con la película de terror dirigida por Olatunde Osunsanmi, el Alcorcón decidió dar el paso hacia adelante que tanto necesitaba a falta de seis jornadas por disputarse. La durísima y dolorosa derrota en el estadio del Sevilla B ya descendido y por la mínima, produjo que aficionados, periodistas, y en general seguidores del equipo comenzasen, de algún modo, a aceptar que el equipo del sur de Madrid podía descender al encontrarse en posiciones de farolillo rojo y haber caído ante un rival que no se jugaba nada. Pero una vez más, la entidad amarilla dio un ejemplo de valentía, trabajo y lucha hasta el último minuto del último partido, como bien dice el lema. Empate frente a la Cultural y Deportiva Leonesa en un duelo directo, empate en Huesca frente a la mejor escuadra de la competición que luchaba por ascender, victoria vital en casa frente a un Rayo Vallecano que se jugaba lo mismo y además, por 4-0, una locura, otro empate en Almería y, finalmente, un triunfo en Santo Domingo ante el Lugo la última cita que valió nada más y nada menos que otra permanencia más en la categoría de plata. Sí. Objetivo cumplido.

Objetivo cumplido, aunque no superado con creces. El Alcorcón fue el cuarto equipo de la competición que menos goles marcó, siendo el problema con la portería el gran enigma a resolver y a tener en cuenta para la próxima temporada. Una campaña que ya se sabe, no estará dirigida por Julio Velázquez, quien se ha marchado al Udinese italiano. Demasiados enigmas los que resolver para la sesión que arranca en dos meses y que se espera, vuelva a tener otra reconstrucción de caras en la plantilla, aunque la afición, como es habitual, pide que no suponga sufrir como lo ha tenido que hacer durante estos nueve meses al disponer de jugadores más que de sobra para aspirar a más que a la salvación. La meta, por tanto, pasa por no sufrir, más allá del mayúsculo ascenso. Temporada nueva, vida nueva. Aunque por novena vez, en Segunda División.