Es difícil encontrar momentos de buen juego o simplemente de tranquilidad esta temporada, pero sí que hubo un periodo en el que el Almería sobresalió de su nivel habitual. Una racha que permitió que  se salvara pese a su nefasto final de temporada, en el que ni siquiera pudieron certificar la permanencia por si mismos, sino con la inestimable ayuda del Numancia.

Este periodo de bonanza se produjo desde la jornada 15, en la que Fran Fernández estuvo por primera vez al mando y en la que ganó 3-0 al Zaragoza. Fue, sin duda, el mejor encuentro de la UDA esta temporada. Desde entonces, Lucas Alcaraz fue el elegido para recoger el testigo de Ramis. El conjunto rojiblanco empezó a encadenar victorias en el Estadio de los Juegos Mediterráneos, pero se veía incapaz de ganar lejos de tierras almerienses. Entre los encuentros más vibrantes, está el que se produjo ante el Lugo en casa, que el Almería ganó con un gol de falta de Rubén Alcaraz en el 90 que posteriormente aseguraría René en el 93 deteniendo un penalti. Esta racha culminó con las victorias en casa del Lorca y del Sevilla Atlético, que llegaron de manera consecutiva (primera vez que el Almería ganaba dos partidos fuera de casa en tres temporadas) y con la victoria ante la Cultural Leonesa en la jornada 28. El Almería consiguió llegar a estar a siete puntos del descenso y con buenas sensaciones gracias a la fiabilidad de la defensa.

Está claro que el momento que más disfrutó el aficionado almeriensista fue cuando se pitó el final del partido en el Anxo Carro, pitido con en el que se certificaba la permanencia y se daba fin a esta sufrida temporada. Sin duda, estos resultados invitan a recapacitar como se están haciendo las cosas en el conjunto andaluz y qué se debe corregir para dar la vuelta a una dinámica que se viene repitiendo y que cada vez es más peligrosa.