Este sábado, Zorrilla recibe el encuentro final de la fase de ascenso a Primera División. Real Valladolid y Numancia se enfrentan por la gloria de ser equipo de la Liga Santander.

El resultado del partido de ida es una de las principales claves en este último escalón hacia la máxima categoría del fútbol español. La victoria del Pucela, por 3 goles a 0 en territorio soriano, puede ser fundamental en el devenir del encuentro. El Numancia, obligado a ganar, no cederá un metro, llevará a cabo una gran presión y se volcará en ataque. La presencia en campo contrario se incrementará según el paso de los minutos y las necesidades del resultado.

El Real Valladolid debe evitar las confianzas, y afrontar el encuentro con humildad. Técnico y jugadores tienen que afrontar la eliminatoria con la cabeza fría, conscientes de la ventaja, pero sin olvidar la responsabilidad. El Numancia es un equipo correoso, capaz de todo. Precisamente esta misma temporada, los numantinos han sido capaces de remontar una ventaja de dos goles al equipo vallisoletano.

Para que el resultado no influya en las plantillas, la figura del entrenador cobra mayor importancia. Sergio González se encuentra ante la necesidad de hacer que sus jugadores tengan los pies en el suelo y la cabeza en un nuevo partido. La tesitura en la que se encuentra Jagoba Arrasate es totalmente opuesta. El técnico del Numancia debe conseguir que sus jugadores salten al césped de Zorrilla con la motivación y fe necesaria para hacer frente a la desventaja.

El dominio del juego se va a pelear en el centro del campo. Ambos conjuntos tienen jugadores que se ofrecen y no reniegan del control del balón. Pese a la ausencia de Michel Herrero, el Valladolid debe controlar los tiempos, y que los hombres del centro del campo lleven las manijas del encuentro. Ante esta lucha por el dominio del choque, los de Pucela deben prestar especial atención a Iñigo Pérez, motor de este Numancia, y evitar que reciba con tranquilidad y tiempo para crear. Hay que prestar especial atención a la figura de Diamanka, su jugador más peligroso.

De cara a portería rival, el Real Valladolid tiene dinamita. Todos sus hombres de área llegan al encuentro con la puntería muy fina.