La selección española de fútbol se marchó de Rusia por la puerta de atrás. Sin hacer ruido. Lejos quedan los días de gloria, donde España pudo triunfar ganando títulos, y donde el rival nos temía. Ahora, todo eso ha pasado. Todos los rivales saben cómo jugarle de tú a tú a esta España. Nos vamos de Rusia, pero ni siquiera podemos irnos con la cabeza alta, puesto que el nivel que ha mostrado esta selección no es digno de un equipo en la recta final de un campeonato mundial. 

Lo que hay que entender es de dónde viene esta selección, y quién fue el hombre que supo entender los problemas del grupo. Julen Lopetegui devolvió la ilusión a esta selección, y en dos años ha sido capaz de volver al foco mundial con un juego brillante. Todos los aficionados a España podrán recordar el 3-0 ante Italia, o los famosos seis goles a Argentina. España había vuelto al mejor nivel. El otro actor es Luis Rubiales, el nuevo presidente de la Federación. Rubiales pecó de novel en el cargo, se le hizo grande, e hizo algo que no puede hacer un alto cargo, tomar decisiones en caliente. Todo esto se tomó bajo la máxima de los valores. ¿De qué valores habla usted, señor Rubiales? El nuevo presidente prescindió del seleccionador que nos había devuelto a la ilusión, y sin más explicaciones, lo deja todo en los "valores". 

Quizá se haya llegado a un punto donde hay que cambiar la estructura del equipo. El juego de toque, que tantas alegrías nos dio en sus buenos tiempos ya pasó de moda. Todos los equipos saben como pararlo. Hay que cambiar el sistema de juego, hay que dar paso a nuevos jugadores. Ramos, Piqué, Busquets, Silva o Iniesta, seguramente pertenezcan a la mejor generación de futbolistas de la historia del fútbol, pero todo tiene un fin en la vida, y hay que saber cuándo dar el paso.