Nada más terminar el encuentro ante Rusia, el capitán de la selección española, Sergio Ramos se echó a llorar. Porque Ramos es el jugador, que más siente los colores de España. Por algo es el capitán, el que ha conseguido levantar los tres títulos más importantes: dos eurocopas y un mundial. En esta ocasión, la incapacidad de la selección ha hecho que Ramos, y sus compañeros no puedan disfrutar de su estancia en Rusia. 

Para gente como el de Camas, el fútbol es un deporte, donde se pierde unas veces, y otras se gana; pero Ramos lo concibe como algo más. Como un sentimiento, en el que se encuentran más personas que los futbolistas. Detrás hay millones de españoles, que ponen sus esperanzas y sus alegrías en el equipo, para triunfar. Ellos lo saben, los futbolistas, que el fútbol para mucha gente es el entretenimiento. Es una forma de vida. Ramos lo entiende, y sus lágrimas son de rabia, al comprobar que no han hecho un buen campeonato. El partido contra Portugal, un espejismo de lo que iba a venir. Por eso, Ramos llora, porque nunca los jugadores se van a poder ir con la cabeza alta tras haber hecho un mal mundial. 

Pero de las lágrimas pueden venir otras aguas. Unas aguas donde la selección pueda volver a ganar. Esas aguas hay que excavarlas, y beber mucho de ellas porque será el fruto del éxito futuro. Ahora hemos sufrido ante los rusos una derrota muy dura. Pero de todo se aprende. Vendrá un nuevo seleccionador, vendrá una nueva forma de jugar, y vendrán también nuevos jugadores. Al igual que la victoria es efímera, la derrota no es para siempre. Ramos llora, como todos los españoles al ver el fracaso de este equipo, sin líder; pero los nuevos tiempos cambiarán esas lágrimas de rabia, en lágrimas de alegría.