Quizás sea un juicio ventajista decir que Iago Aspas debería haber tenido algo más de protagonismo en el Mundial de Rusia 2018 después de que la Selección española haya caído eliminada, pero la verdad, es la percepción que se le queda a uno tras visualizar los cuatro encuentros que ha disputado “La Roja” en esta Copa del Mundo.

Se puede analizar el juego del equipo, si la circulación de balón ha sido más o menos lenta de lo habitual; si el esquema utilizado fue el adecuado, pudiendo haber variado el sistema con dos puntas o incluso recuperar aquel falso '9' para descolocar a los centrales rivales no dándoles una marca fija ya empleado en épocas pasadas; inclusive entrar a valorar si el núcleo del grupo continuaba o no con el hambre suficiente como para ganar una segunda estrella; pero lo que es imposible negar es que las inclusiones de Aspas por parte de Fernando Hierro siempre fueron un acierto. De ahí la impresión de que el '17' ha estado sobre el verde menos minutos de los que debería, ya que encajaría a la perfección y mejoraría todas las incógnitas planteadas anteriormente.

El delantero del Celta de Vigo es un futbolista diferente, de esos a los que les gusta más jugar a la pelota que jugar un partido de fútbol. Es decir, a Iago se le puede encorsetar en la banda o fijar en la punta del ataque, pero él al final va a acabar jugando por donde quiera y sienta. Eso es algo diferente, algo especial. Y eso no lo tienen todos.

Momento del gol de Aspas ante Marruecos. / Foto: efe
Momento del gol de Aspas ante Marruecos. / Foto: efe

Su posición idónea en la delantera es la de segundo punta, acompañando a un delantero centro más fijo. Él es un jugador de muchísima movilidad, con capacidad asociativa y disparo desde diferentes ángulos y distancias. Efectivo en los uno contra uno y con un exquisito golpeo con la pierna izquierda (que no quita que sepa definir con solvencia con la diestra o cabeceando el esférico), también destaca por su excelsa calidad, lo que le permite tirar de variados recursos técnicos (el gol ante Marruecos es un claro ejemplo de ello). Ya en los partidos preparatorios dejó una buena sensación ante el panorama internacional (ejemplo partido vs Alemania), y sumado a la gran temporada que realizó con su club (22 goles y 5 asistencias), el gallego tendría que haber sido una de las opciones barajadas para ocupar un puesto en el equipo titular de España. Su primera aparición en la cita mundialista ante Portugal ya generó buenas sensaciones, pero su momento clave fue el ya dicho tanto anotado en la jornada 3 de la fase de grupos. Gol de tacón para el empate a falta de pocos minutos de la conclusión y España primera de grupo. En octavos el guion no cambió, y Aspas salió desde el banquillo sustituyendo a Diego Costa cuando, posiblemente, por las características de ambos y las exigencias del partido, lo mejor hubiera sido que el gallego acompañara en punta al hispano-brasileño combinando la movilidad y capacidad de agitar un partido de uno con el instinto goleador de otro.

No obstante, tampoco es plan de señalar con el dedo firme a Fernando Hierro, un hombre que a falta de dos días para el comienzo de la competición, en la que iba a asistir como director deportivo, se le ofreció el cargo como al que pasaba despistado por allí. Con tan solo tres semanas de trabajo, ha intentado tocar las menos teclas posibles para no desdibujar el camino trazado por el anterior seleccionador. Sin embargo, a pesar de realizar un trabajo complicado de la mejor manera posible, Hierro pudo tomar alguna que otra decisión más, y está claro que una de ellas era la entrada de Iago Aspas como fijo en el once de “La Roja”. Apenas 45´ sumando en total los tres encuentros en los que ha participado, que le han permitido demostrar su talento al mundo del fútbol, pero no explotar todo su potencial.