El Mundial de la selección española se aproximó a su fin cuando Jorge Resurrección lanzó el infame penalti que Akinfeev atajó sin ninguna dificultad. Hierro había usado al madrileño como emergente para ayudar a Busquets en la medular, una necesidad que acaparó al técnico durante los cuatro partidos disputados y cuando halló solución, no hubo mañana para su equipo. 

El madrileño arribó a Rusia con la tarea de aportar balance al centro de la cancha, era el acompañante perfecto para Busquets, siendo pedido incluso por él mismo para ayudarle a cementar las brechas que condenaron a La Roja en todos los partidos. Hierro le hizo caso hasta los octavos de final, partido en el que Koke hizo su labor, pero fue criticado por fallar el crucial penalti en la tanda que les mandó a casa. 

El representante del Atlético hizo un buen partido contra Portugal, con mucha actividad, bastante movimiento y creación de fútbol junto a Busquets, haciendo la tarea para la que fue llevado a Rusia. Su presencia al lado del de Sabadell estuvo bien marcada en el primer partido y su ausencia en los siguientes partidos fue notoria, porque España dejó sus peores sensaciones y las carencias defensivas que hicieron trabajar horas extra a Busquets y complicaron las salidas ofensivas. Además, tuvo una alta efectividad de pases completados (94%) en tres partidos disputados, dos como titular. 

Koke fallando el penalti. | Foto: Getty Images
Koke fallando el penalti. | Foto: Getty Images

En una comparativa con su suplente inmediato, Thiago, el madrileño sacó una nota positiva, porque supo colaborar con Busquets, la cual era la primera necesidad de Hierro, trabajo que Alcántara no pudo realizar, falto de su característica picardía y muy apagado; por ello, Koke volvió a la acción contra Rusia, frenando las contras que fueron el dolor de cabeza español en otros partidos, su trabajo fue bien ejercido y justificó ser la mejor opción para el doble pivote. De allí, se le consideró un curador.

De haber seguido en el Mundial, seguramente el colchonero se habría hecho con el papel de titular, porque su colaboración cayó como un buen remedio, sin embargo, fue la razón por la que España volvió a casa con las manos vacías. Contrario a la seguridad mostrada durante sus minutos sobre el terreno, la falta de confianza al momento de cobrar el penalti, fue el primer clavo en el ataúd que luego selló Iago Aspas. Koke sí nutrió el centro de la cancha, ayudó a la zona defensiva y mejoró las salidas, pero su error fue su calvario y eso le pasa hasta a los mejores. Por ello fue el verdugo.