Alfredo Di Stéfano fue un histórico de varios clubes, River Plate, Millonarios, Huracán y Real Madrid. Del último equipo fue presidente honorífico hasta que se produjo su fallecimiento hace cuatro años -siete de julio de 2014-. Un puesto muy merecido tras todo lo que dio al club blanco. El que fue nombrado por la FIFA como uno de los cuatro mejores jugadores del siglo XX, junto a Pelé, Maradona y Cruyff, jugó 396 partidos con el actual campeón de Europa, anotando 308 goles, unas cifras de escándalo. Su participación provocó que su equipo, durante las 11 temporadas que estuvo en sus filas, ganara ocho ligas, una copa nacional, cinco copas de Europa, dos copas continentales y una Copa Intercontinental.

Di Stéfano también dejó su huella en Vallecas

Después de dejar un legado imborrable como jugador, pasó a ser entrenador en el año 1967, que entrenó al Elche, con el que solo logró ganar tres partidos de los 15 que estuvo al frente. Tras el posterior paso por los banquillos de Boca Juniors y Valencia -dejó el pabellón muy alto en el equipo ché, donde después de cuatro años, llegó incluso a ganar una liga-, recaló en el Rayo Vallecano, igualmente como técnico.

Se hizo cargo de un equipo dirigido anteriormente por Héctor Núñez, con quien quedaron en octava posición de Segunda División en la temporada 1974-1975. En el equipo se ansiaba un ascenso que salvara a corto plazo las necesidades económicas del conjunto presidido por aquel entonces por Marcelino Gil, y desahuciado en Vallehermoso sin fecha de retorno a Vallecas.

Jugadores del Rayo Vallecano celebrando un gol | Fotografía: La Liga
Jugadores del Rayo Vallecano celebrando un gol | Fotografía: La Liga

Se mantuvo el bloque del año anterior, y las sensaciones en casa eran positivas, pero el once de Di Stéfano no acababa de cuajar lejos de su feudo, y una racha de derrotas en Navidades llenó de pesimismo a la grada. De aquella la afición vallecana estaba dividida entre los que apoyaban al mito y aquellos que estaban convencidos de que aquel equipo no podría dar el salto a la máxima categoría. Finalmente su labor en los banquillos se alargó hasta marzo, donde su bagaje total fue de 11 victorias, tres empates y trece derrotas en 27 partidos. José Antonio Olmedo ocupó su lugar en una temporada que no se pudo consumar el tan necesario ascenso.