Si por algo se ha caracterizado el Deportivo de La Coruña tras los fatídicos descensos de la última década ha sido por su contundente e instantánea reacción. Para la temporada 2018/2019, como ya sucediera en los dos últimos precedentes, el conjunto herculino se ha fijado entre ceja y ceja el objetivo de no pasar más de un año en Segunda División.

Pese a lo complejo que se presenta el objetivo y la multitud de competidores por los puestos privilegiados en una de las ligas más parejas que se recuerdan, el Dépor ya conoce de primera mano lo que es huir de la categoría de plata por la vía rápida. Así sucedió en las primaveras de 2012 y 2014, años en los que el equipo cumplió en su primer intento su cometido de regresar a la Primera División, aunque con medios y formas muy diferenciadas.

Sin embargo, los últimos días de gloria en el deportivismo no han tenido la continuidad deseada. Tras instaurarse entre los 20 mejores clubes de España, los blanquiazules se dejaron llevar por el conformismo en unas campañas en las que la decimoséptima plaza se veía como buena. Pero la falta de ambición y la anarquía predominante en el vestuario han desembocado en un tropiezo con la misma piedra para el que costarán, como mínimo, 42 jornadas para levantarse. En la memoria quedan las dos últimas plantillas que fueron capaces de remontar el vuelo, entre quienes solo permanece Álex Bergantiños.

Álex Bergantiños: dos de dos

El centrocampista ha pasado de ser uno de los descartes del pasado verano a ser una de las banderas del Deportivo en su nuevo asalto a los puestos de ascenso. En su última cesión al Sporting de Gijón (la cuarta en su carrera), Bergantiños ha vuelto a demostrar que es uno de los puntales de la división en su puesto y aspira a ser héroe del ascenso por tercera vez en el equipo de su ciudad.

Álex Bergantiños saluda a la grada de Riazor | Imagen vía RC Deportivo
Álex Bergantiños saluda a la grada de Riazor | Imagen vía RC Deportivo

Y es que el coruñés es el único hombre que se mantiene en plantilla de los que han protagonizado las machadas de 2012 y 2014. En aquellos tiempos, el cuadro herculino adoptó el ‘sambenito’ de ‘equipo ascensor’ mudándose año tras año de categoría, y aún en la actualidad ha sido incapaz de alcanzar la ansiada estabilidad deportiva.

Con un vestuario en plena reforma y multitud de caras nuevas después del reciente fiasco liguero, la experiencia de Álex Bergantiños se antoja fundamental para dar de nuevo con el ‘efecto rebote’ de vuelta. El Dépor puede encontrar en él la figura del líder que necesita después de haberle desechado no hace mucho, el capitán dentro y fuera del campo de un conjunto que, como avisó el director deportivo Carmelo del Pozo, será nuevo al 80%. El deseo de hacer piña entre los futbolistas ya está poniéndose en práctica con la instalación de los comedores en Abegondo y el fomento de desayunar y comer juntos, después de que recientemente se achacara parte del fracaso a la relación fría y meramente profesional existente.

Segunda se quedó pequeña

El curso 2011/2012 pilló por sorpresa a todo futbolero. Después de 20 años en la élite y plantándole cara a las grandes bestias del fútbol europeo, el Dépor cayó nuevamente en el infierno de Segunda con un plantel que para nada estaba llamado a sufrir por la permanencia. Aquel cuadro de Miguel Ángel Lotina dio paso al juego vistoso y ofensivo de José Luis Oltra, que empastó a la perfección con el alto nivel de unas figuras que, por aquel entonces, no se bajaron del barco hasta subsanar el embrollo originado.

El Dépor estableció el récord de puntos de Segunda División en 91Así, jugadores de la talla de Dani Aranzubia, Andrés Guardado, Diego Colotto o Juan Carlos Valerón llevaron en volandas al equipo hacia un ascenso en el que la superioridad deportivista quedó patente sobre el resto. Fiel reflejo de ello fueron los 91 puntos obtenidos en las 42 jornadas disputadas, que auparon a los blanquiazules al liderato bajo una puntuación de récord que todavía sigue en pie.

Curiosamente, esta supremacía no trajo consigo el ascenso hasta el penúltimo duelo de la competición, debido al alto nivel demostrado también por Celta y Valladolid, que acabaron acompañando más tarde a la entidad presidida por aquel entonces por Augusto César Lendoiro.

El último escarmiento

Las lágrimas de las celebraciones se alternaron cada fin de curso con las de la tristeza. En 2013, ni siquiera la llegada de Fernando Vázquez pudo salvar de la tragedia a un club medio desterrado que, sin embargo, mantuvo las esperanzas hasta la última fecha. En consecuencia, los de A Coruña afrontaron su retorno a Segunda con preocupación y con un agravado lastre económico detrás que llegó a cuestionar la viabilidad del club.

Fernando Vázquez pasó por encima de la delicada situación extradeportivaEl foco se mantuvo en los despachos durante todo el verano e influenció sobremanera en la confección de una plantilla que aunó veteranos experimentados (Marchena, Arizmendi, Lux o Manuel Pablo) con jóvenes hambrientos de ganarse un sitio en el primer equipo (Pablo Insua, Juan Carlos Real, Luis Fernández o Borja Bastón). A pesar de la turbulenta situación extradeportiva, con cambio en la presidencia incluido en el mes de enero, Fernando Vázquez fue capaz de sacar a los suyos a flote.

Los jugadores celebran uno de los tantos anotados en 2014 | Imagen vía LaLiga
Los jugadores celebran uno de los tantos anotados en 2014 | Imagen vía LaLiga

A falta de brillo, el Deportivo demostró solidez para encaramarse a los puestos de ascenso directo junto a un Eibar que debutaría en Primera División y que aún no ha soltado su sueño.

Este es el primer verano en el que Tino Fernández, reelegido presidente esta misma semana, ha de componer un vestuario fuerte con el punto de mira del ascenso. En esta ocasión, el deportivismo debe aferrarse a la figura de Natxo González en el banquillo a la espera de conocer qué jugadores defenderán su escudo de manera definitiva y remar todos a una, como antaño, para provocar el rebote que aúpe de nuevo a los coruñeses a la élite.