En los 69 años de historia de la UD Las Palmas los aficionados amarillos han vivido un sin fin de momentos, buenos y malos. Pero en estas últimas temporadas las emociones se han intensificado con el conocido 22-J y el ascenso en 2015. Finalmente todo ha acabado en el enfado, desilusión y tristeza de esta campaña.

El 22-J que lo cambió todo

Tras doce años en Segunda, en 2015 los canarios vieron ante sus ojos cómo se les escapó el tren que les dirigía a Primera en el último segundo. Durante este año, vivieron el que seguramente fue, y será, uno de sus peores momentos desde su creación. Posiblemente el peor junto a la casi desaparición del club. Aquel día ante el Córdoba significó un antes y un después en la relación del equipo y la afición.

Hasta el minuto 92 la UD Las Palmas y su isla eran de Primera

Rondaba el minuto 92 del encuentro cuando centenares de personas invadieron el campo del Estadio de Gran Canaria. Todas celebraban el que supuestamente sería el ascenso de los pío pío. Pero no se dieron cuenta que con su interrupción comenzaría la pesadilla. El árbitro tuvo que parar el partido más de diez minutos y al reanudarlo, los verdiblancos aprovecharon el momento de descontrol para empatar el partido y hacerse con el billete directo a LaLiga. El estadio se quedó de piedra, en silencio. No se creían lo que acababa de suceder. Algunos desde sus asientos recriminaron a los invasores su acción, pero de nada sirvió. La UD Las Palmas seguía siendo de la Liga Adelante.

Foto: udlaspalmas.es
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A partir de aquel encuentro toda la isla se volcó con el equipo. Fueron pegando una a una todas las piezas del sueño roto. Lo que podría haber significado el hundimiento del equipo, les sirvió para hacerse más fuerte. Así lo sintieron los jugadores. "Creo que la gente se ha implicado muchísimo con nosotros, estamos muy agradecidos. Intentamos ganar los partidos por nosotros y por ellos", manifestó Nauzet Alemán durante aquella temporada.

Incluso, alguno de ellos como Culio afirmó en más de una ocasión que el desagradable episodio que habían vivido les servía como motivación. Y que cada día lo tenían presente con el objetivo de taparlo con la felicidad del esperado ascenso. Y así fue, en 2015 llegó el deseado premio. Tras 13 años en la categoría de plata, Gran Canaria volvió a ser de Primera. El sufrimiento quedó en el olvido para dar paso a la alegría absoluta.

El sueño duró tres años

Después de todos los momentos que vivieron club y afición para alcanzar la máxima categoría, la ilusión estaba por todo lo alto. Miles de seguidores hicieron grandes esfuerzos para poder pagar el desorbitado precio del nuevo abono, y por fin ver a su equipo donde tanto habían soñado. A pesar de que la emoción lo escondía, ahí empezó el primer distanciamiento, la primera decepción. 

La liga comenzó y con ella los primeros disgustos, los amarillos estaban en los puestos de abajo y el miedo empezó a invadir a la Isla. Pero los de arriba supieron solucionarlo a tiempo, Quique Setién fue la clave. El cántabro trajo con él nuevos retos. Pasaron de ser candidatos al descenso a soñar con Europa en solo un año. Parecía una locura. Un cuento de hadas que acabó siendo la crónica de una muerte anunciada.

Las diferencias entre técnico y directiva fueron el inicio de todo. Setién decidió poner final a la historia comunicando su salida a final de temporada. Los aficionados no se lo creían. Cada fin de semana en el estadio cantaban una y otra vez: "¡Quique quédate! ¡Quique quédate!". Pero sin éxito. A pesar de los malos resultados que estaba obteniendo el equipo hacía unos meses, ellos no querían cambiarlo por ningún otro entrenador. 

Foto: udlaspalmas.es
Foto: udlaspalmas.es

Al término de la campaña Quique Setién puso rumbo a Sevilla. Y empezó el casting por encontrar al sustituto perfecto. Cuando parecía que finalmente lo habían encontrado, la historia dio un giro de 180º que terminó con Márquez en los banquillos. La gente estaba un poco decepcionada. Esperaban a un entrenador con nombre, pero en el fondo confiaban en el elegido. En cambio, no fue así. Tras él llegaron varios entrenadores en menos de un año. Hasta llegar a Paco Jémez. Su llegada animó a los pocos aficionados que todavía seguían junto al equipo. Creían que él sería capaz de sacar al club del pozo. Pero al final, como es sabido, no lo logró. 

La ilusión de hace tres años se tornó en desolación, enfado y mucha, mucha decepción. La gente no entendió cómo los jugadores por momentos no mostraron actitud ni ganas de cambiar la situación, porque cuando lo hicieron ya era tarde. Seguramente lo que más molestó a cada una de las personas que vivieron aquel 22-J, es que tras sufrir tanto para conseguir estar elnPrimera, cómo pudieron dejar escapar la oportunidad tan fácilmente.

A día de hoy, el enfado continúa. De manera más leve, pero permanece. Aunque poco a poco, se está transformando en una nueva ilusión. En las ganas de volver a conseguir lo que hace años tanto les costó. Centenares de aficionados sueñan con volver a ver a la UD Las Palmas que iba de la mano con su afición. Y para ello, están realizando diversas iniciativas a través de las redes. Porque a pesar de la derrota, el amor por estos colores les cunde todo.