Mucha pretemporada queda aún para los hombres de Víctor Cea. Un gol de Nacho en un segundo tiempo desastroso para los intereses culturalistas decidió un encuentro que bien pintaba en el primer acto para la grada local. Un choque que muchas sensaciones dejó sobre el verde del Reino de León; y sobre lo que no es el verde. Ya que, instantes antes del comienzo del partido, la noticia estuvo en el abandono de Iker Guarrotxena del estadio justo en la semana que el club confirmaba su continuidad. 25 días quedan de margen aún para que la plantilla sufra esa “despoblación” en sus filas y esos cambios en la estructura técnica de su juego antes de su vuelta a la categoría de bronce del fútbol español.

Un sol abrasador sobre el campo de batalla era el guion de presentación para los guerreros asturianos. La Cultural estrenaba feudo en la presente temporada. Y lo hacía con una formación de auténtica Segunda División. Vicente Romero, Jorge Ortiz y Aridane, como las nuevas incorporaciones presentes en el primer equipo titular de Cea en el Reino. En frente, un conjunto rojiblanco con muchos cambios sensibles en su XI inicial. Pitido del colegiado ante unas aficiones siempre hermanadas, y el Estadio Reino de León saludaba a esta temporada.

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Y muy decididos salieron los hombres de Rubén Baraja. Casi sin tiempo para que el público tomara asiento para el choque, Neftali regaló el primer susto para la afición local; y la primera ilusión para la visitante. No obstante, esa sería la única “llamada de atención” de los astures a los cazurros. Jorge Ortiz dio buena cuenta de ese 8 a sus espaldas y lideró las ofensivas leonesas, siempre en banda derecha.

La Cultural mimaba y cuidaba la pelota ante un Sporting que muy tranquilo se le veía en esos primeros instantes de encuentro. Un primer intento de estocada por parte de Antonio Martínez despertó a los jugadores de rayas blancas y rojas. En medio de ese intercambio de posesiones en el centro del campo, Víctor Cea decidió para el encuentro. Tiempo muerto para hidratarse que se dice. Espacio para corregir errores y planear tácticas que se entiende.

Aunque poco tuvo que corregir el míster madrileño. Mismo guion de encuentro se respiró en el campo de batalla leonés en esos instantes del primer acto en el Reino de León. Dispuso de una clara internada Traver, pero no evolucionó a más de ese término. Notable alto para Ortiz y Romero. Y es que el estreno en el feudo culturalista ante una buena entrada de aficionados no debió pesarles en el escudo de esa primera equipación que hoy estrenaban. Con esa tónica conformista, los dos conjuntos tomaron el camino en dirección a vestuarios.

Y bien sentó el tiempo de descanso a los del otro lado del Negrón. Ni diez minutos transcurrieron con el marcador en tablas en el segundo acto. Una buena internada de Lod en el área culturalista finalizó en el primer tanto del conjunto asturiano, gracias a un tiro ajustado al palo de Nacho. Sin tiempo para pestañear, Aridane protagonizó la más clara para los hombres del Bernesga, no obstante su cabezazo de marchó muy desviado.

Con el marcador en contra, el Sporting vio en la Cultural un rival débil e inofensivo al que ejercer más presión en sus internadas ofensivas. El cambio de Viti por Saúl González desestabilizó la banda derecha, convirtiéndose en el área de acción de la plantilla del Principado. Tiernas internadas en el área rival de la Cultural que fueron diezmadas por una excelente zaga sportinguista. Lo mejor de la entidad leonesa pareció diluirse a la vez que los jugadores presentes en el banquillo daban sus primeros pasos por el Reino de León.

Con los focos ya encendidos en el feudo culturalista y Aridane dando paso a Fer Ruiz, el ataque leonés quedó en un recuerdo. Jorge Palatsí se erigió como la figura de la segunda parte gracias a sus intervenciones; primero ante Neftali y, poco después, ante Pablo Fernández. Un disparo del mismo delantero rojiblanco despejado sobre la línea por Saúl González y una réplica de Ángel García pusieron el punto y final a un encuentro que los segundos 45 minutos sobraron para los hombres de Víctor Cea.

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