Difícil, y sobre todo, preocupante, sería el hecho de que el Athletic empeorara este año lo acontecido la temporada anterior. En la grada de San Mamés se baraja una idea: solo se puede mejorar. El proyecto de Ziganda tocó fondo demasiado pronto y, pese a las repetidas ocasiones en las que el equipo no estuvo a la altura, el técnico de Larráinzar siguió manteniendo su cargo hasta final de temporada. Nadie sabe qué hubiera sucedido si tras la eliminación copera otro entrenador se hubiera hecho cargo del equipo, si después de quedarse fuera de la UEFA Europa League otra cabeza pensante hubiera llegado al banquillo o si, tras las innumerables caídas ligueras, un nuevo nombre hubiera ocupado el puesto de técnico rojiblanco. Sin embargo, lo que sí es evidente es que cualquier tiempo pasado fue peor.

Ahora, la llegada de Eduardo Berizzo ha supuesto un soplo de aire fresco a una institución que sigue sufriendo reveses inesperados en forma de salidas. La última la de Kepa Arrizabalaga, que finalmente ha vuelto a cerrar una maleta que ha dirigido rumbo a Londres, pese a que antes ponía Madrid. Parecen volver a asomar los viejos fantasmas del pasado. Parecen volver a repetirse viejas experiencias que ya todos en la parroquia bilbaína saben cómo terminan. No obstante, el técnico argentino parece tener algo más de ímpetu, fuerza, coraje y valentía para devolver el navío al curso correcto. Para devolver a ser ese equipo que un día fue y que nunca debió desaparecer.

Irregularidad y apuros en liga

Diferente al resto de competiciones, la liga es la competición que marca el pasado, presente y futuro de un equipo. No por nada es llamado el torneo de la regularidad, algo que el Athletic no tuvo a lo largo de los 38 partidos de la pasada temporada. Si bien es cierto que tuvo algunos tramos buenos, como puede ser el inicio, con un empate y dos derrotas, o el que va desde el 19 de noviembre hasta el 26 de enero, en el que se acumularon tres victorias y siete empates que dejaron diez partidos sin conocer la derrota, la realidad es que el desempeño del conjunto dirigido por Ziganda estuvo más cerca del fracaso que del éxito. El entrenador navarro tuvo el dudoso honor de capitanear la plantilla que consiguió la segunda peor temporada de la historia del Athletic, solo desmejorada por el curso 2006/2007, cuando el conjunto rojiblanco estuvo muy cerca de descender a Segunda División.

Los jugadores del Deportivo de La Coruña celebran un gol en San Mamés | Fotografía: UGS Vision
Los jugadores del Deportivo de La Coruña celebran un gol en San Mamés | Fotografía: UGS Vision

El Athletic consiguió su segunda peor temporada en liga de la historia

Diez victorias, trece empates y quince derrotas dejaron apenas 43 unidades en un casillero que le permitió al equipo bilbaíno posicionarse en 16ª posición. Solo las pésimas temporadas de Málaga, Las Palmas y Deportivo de La Coruña evitaron un descalabro mayor de un equipo que no rindió ni dentro ni fuera de San Mamés. Y es que, como local, el Athletic apenas consiguió 26 de esos 43 puntos, un 60% que dista mucho de los datos recogidos en cursos anteriores. La Catedral no fue lo que había venido siendo y esa es, por otra parte, una de las tareas que deben subsanarse cuanto antes para el próximo curso. Seis victorias en casa no son suficientes frente a los ocho empates y cinco derrotas que terminaron con los abucheos de la grada tanto a los jugadores como al entrenador.

Humillación copera

Sin embargo, lo acaecido en La Liga no fue la peor noticia que tuvo el aficionado rojiblanco durante la temporada. Y es que, la eliminación copera fue un sobresalto del que el equipo no se recuperó. Constantemente en la cabeza de un Ziganda que repetía este fracaso en rueda de prensa, la eliminación frente al Formentera pudo ser el punto de inflexión que determinara si el curso 17/18 tenía o no solución. Desde la parte noble de la institución de Ibaigane se decidió mirar hacia otro lado y luego vino lo que vino.

Los jugadores de la SD Formentera celebran la victoria en San Mamés | Fotografía: LaLiga
Los jugadores de la SD Formentera celebran la victoria en San Mamés | Fotografía: LaLiga

Además, el hecho de despedirse tan pronto de la que ha sido la competición por excelencia del conjunto vasco no fue la peor noticia, pues la imagen dejada sobre el terreno de juego frente a un conjunto de Segunda División B estuvo muy por encima del descalabro. Faltos de puntería, la decisión de intentar amarrar el empate a uno de la ida terminó derivando en un gol postrero de un conjunto balear que tardará muchos años en olvidar su celebración sobre el césped de San Mamés. Un San Mamés que, por otro lado, se ensañó con un equipo que no representaba los valores del club.

El presagio se cumplió en Europa

Y como lo que no empieza bien no puede acabar bien, la UEFA Europa League terminó de constatar que el curso 17/18 del Athletic es uno de esos para analizar, aprender y olvidar cuanto antes. El segundo torneo continental tuvo, en gran medida, la culpa de que el equipo terminara la temporada como la terminó: exhausto. En competición oficial desde el 27 de julio, cuando jugaron la ida de la primera de las dos eliminatorias previas a la fase de grupos, el Athletic tuvo que alterar el curso de una pretemporada que terminó pasando factura. Todavía frescos, los rojiblancos se deshicieron con más o menos rotundidad y contundencia de Dinamo de Bucarest y Panathinaikos, antes de llegar a una fase de grupos algo tortuosa.

El Athletic pasó como primero de grupo, pero sufrió hasta el último partido

Encuadrados en un Grupo J que completaban Hertha de Berlín, Östersunds y Zorya Luhansk, los vascos terminaron siendo primeros cuando podían haber quedado, incluso, eliminados. Tres victorias, dos empates y una derrota, ante el conjunto ucraniano en un partido en casa que volvió a despertar las iras de la afición de San Mamés, los rojiblancos accedieron a la siguiente ronda con más dudas que certezas.

En dieciseisavos llegó el Spartak de Moscú, un conjunto ruso al que se le derrotó en su propio estadio y que luego montó en cólera en su visita a Bilbao. Tras los incidentes previos al choque, en el que perdió la vida un agente de seguridad, los visitantes asaltaron también La Catedral, venciendo por 1-2 y colocando el susto en el cuerpo en una grada que no estaba pendiente de lo que sucedía sobre el terreno de juego. Con la cabeza en otra parte estaba, en este caso el equipo, en el duelo ante el Olympique de Marsella de octavos de final. Daba la sensación que ante cualquier fortaleza el conjunto de Ziganda iba a sucumbir, y eso fue lo que ocurrió. 3-1 en la ida y 1-2 en la vuelta dejaron en evidencia a un plantel que tuvo que volver a escuchar la música de viento procedente de la grada de San Mamés.

Los jugadores del Olympique de Marsella celebran uno de los goles ante el Athletic | Fotografía: LaLiga
Los jugadores del Olympique de Marsella celebran uno de los goles ante el Athletic | Fotografía: LaLiga

Así pues, y con esa sintonía acompañando el curso 17/18, el Athletic terminó completando una de sus peores temporadas en lo que a resultados se refiere. La apuesta por Ziganda no pudo salir peor y, lo que es más importante, la no rectificación de la directiva en lo que a su decisión respecta fue una nota del todo negativa para los años venideros del club. Se puso el listón de lo permisivo demasiado alto. Ahora habrá que ver hasta dónde se baja.

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