¡Qué hubiera sido de los espartanos sin Leónidas! O de los griegos, en Troya, sin Agamenón y Aquiles. ¡Qué hubiera sido Macedonia sin Alejandro Magno! ¿Y si no hubieran existido Margaret Tatcher o incluso la reina Cleopatra VII? ¿Se imaginan qué hubiera sido de Estados Unidos sin un líder como George Washington? ¿Qué hubiera sido de Sudáfrica sin Nelson Mandela

Los seres humanos, por suerte o por desgracia, sin voluntad de generalizar por parte de este escritor, tendemos a funcionar mejor bajo el control o regulación de un, llamémoslo así, líder. Es un hecho. Somos más eficaces cuando una persona, o un grupo de personas, dependiendo de la situación, asumen el mando, desde un punto de vista general, para guiar a buen puerto a su equipo. 

No obstante, la mayoría de nosotros odia la sumisión. Y los que no, lo hacen sin saberlo. No se acepta. Gran parte de los mayores escándalos de la historia de este planeta llegaban de la mano de un líder que esclavizaba. Aquel conocido por Führer, los grandes capitalistas y explotadores y decenas de seres humanos deplorables que ocupan las páginas de los anuarios de este mundo.

Es cierto, igual estamos exagerando. No, no se han equivocado, estamos en un medio deportivo. Entraremos en materia en breves.

En el fútbol, como en muchas otras facetas de la vida, son necesarios los líderes. Líderes y estrategas. Porque aquí no basta con poseer una plantilla con una forma física envidiable. No. Debes saber administrar las fuerzas. Equipararlas a las de tu rival. Usar esa situación para tu propio beneficio. Y, sí. Entonces, y solo entonces, aprovecharte de la táctica. Una vez has anulado a tu rival físicamente, coge el balón y juega. Es entonces cuando entran en juego -valga la redundancia- todo ese vocabulario futbolístico que tanto se repite. Pases al hueco, balones entre líneas, juego de espaldas a portería... Y, cómo no, todas esas formaciones que hacen sentirse a uno como un chef de cocina experimental. 4-4-2, 4-3-3, 5-3-2... Anota todo esto, míster.

Un entrenador debe ser el mejor amigo del futbolista. Siempre debe tratar de evitar relaciones hostiles. Nunca debe recurrir al sometimiento, por lo que habrá leído unas líneas arriba. Debe ser empático y comprensivo. Debe ser un buen motivador, con corazón apasionado, de poeta, y nervios de acero, de piloto de avión. Ahora cambiemos de bando. Un entrenador, como líder, debe mantener distancias con sus jugadores. Debe encontrar el punto exacto entre ambos extremos. A su vez ha de ser médico, psicólogo y desempeñar muchas más funciones. Anota esto también, míster.

En definitiva, un buen entrenador ha de ser como una madre o un padre para sus hijos. Debe ser como ese mago que deja al público boquiabierto. Sí, eso es. Un entrenador debe ser un mago.

Nuestro mago en el día de hoy tiene nombre y apellidos. Se trata de José Bordalás Jiménez, técnico del Getafe CF. El alicantino dirige el club madrileño desde hace dos temporadas, consiguiendo importantes hitos deportivos, como un ascenso a Primera División en la temporada 2016/17, y un meritorio puesto en la siguiente campaña. Bordalás es aquel genio organizador que necesita todo equipo.

Dicen que los más grandes siempre empiezan desde abajo. Según este dicho, el técnico del Getafe es más grande que La Cosa, o Hulk. Sus inicios llevan hasta Alicante, donde un conocido, como el Hércules, acogió a Bordalás hasta los 21 años de edad. Las cesiones marcaron su trayectoria, la cual no pasó de Tercera División. Clubes como Orihuela o Benidorm contaron con el alicantino en sus filas. 

Pero los verdaderos éxitos de Bordalás, como pueden estar imaginando, se remiten a su etapa como entrenador. A diferencia del recorrido que estamos acostumbrados a ver, su llegada a los banquillos no vino acompañada de un nombre conocido a nivel nacional. Hubo de forjarse su reputación a partir de ahí. Una vez más, Alicante demostró ser su casa, pues se inició como técnico en las categorías inferiores del Alicante CF. Y este fue el sitio que le ancló. Puesto que, tras pasar por clubes muy distintos, como Benidorm o Cacereño, donde no pasó de una pretemporada, volvió hasta en dos ocasiones al club alicantino. Allí, en la temporada 2004/05, tras conseguir el liderato del grupo III de Segunda B, fue el propio Hércules quien puso sus ojos en él para su proyecto en Segunda División. 

No obstante, los obstáculos no desaparecerían en este punto. Un regreso a Segunda B parecía destruir el sueño de Bordalás, que no se rindió y, una vez más, demostró su valía como entrenador, quedando campeón del grupo III con el Alcoyano, en la temporada 2008/09. A partir de ahí empezó su periodo de ascenso. Elche, primero, Alcorcón, después, y Alavés, con un ascenso a Primera, marcaron su paso por Segunda. Del País Vasco pasó a su actual casa, Getafe.

Futbolísticamente, que es lo que a muchos les interesa, el Getafe se adapta a la filosofía de su propio entrenador: apología del fútbol de toda la vida. Las líneas siempre muy juntas y la lección muy bien aprendida, al más puro estilo Segunda B, que tan bien aprendido tiene. Ustedes recordarán la magnífica versión que mostró el Getafe ante el FC Barcelona en la pasada temporada, fruto de un gran trabajo táctico por parte del protagonista del artículo. Cada partido es un mundo y Bordalás lo sabe bien. Cada rival merece una preparación específica. De hecho, estas cosas se aprenden mucho mejor entre barro y vestuarios de campos modestos, sin gradas y con suelos llenos de cáscaras de pipas. En la querida Segunda B de Bordalás, o analizas hasta el último movimiento de tu rival o no sacarás nada en claro. Aquí radica la importancia de comenzar desde abajo para ir ascendiendo a la cima. Una vez estés arriba serás prácticamente invencible, pues habrás aprendido cada metodología de cada división por la que hayas pasado. Así, el Getafe de Bordalás cuenta con la potencia y tosquedad de Segunda B, con la velocidad del juego en Segunda y con la calidad de Primera División.

En definitiva, Getafe, club histórico y humilde de LaLiga, cuenta con un entrenador que parece hecho a medida para el club. Y, otra cosa no, pero este redactor puede asegurarles que es factor clave del buen hacer del club en las dos pasadas temporadas.