La pretemporada está llegando a su fin. La primera jornada de Liga contra el Getafe CF está a la vuelta de la esquina. Julen Lopetegui ya ha probado a todos los jugadores con los que va a contar en su primera temporada como míster blanco. Y de todos ellos, hay uno que tiene que tirar del carro y ser el nuevo líder del Real Madrid: Gareth Bale.

Con Cristiano en Turín, el equipo se ha quedado sin su gran líder. Sin embargo, este vestuario se caracteriza por ser un equipo en el que todos aportan y todos son importantes. Sergio Ramos es el gran capitán del barco. Marcelo, año a año, es más imprescindible. Modric viene aún más consagrado como el mejor centrocampista del mundo tras su excelente papel con Croacia en la Eurocopa. E Isco, la "magia" de este equipo, también podría haber sido el nombre de este titular. Pero los focos del fútbol apuntan a Bale. El '11' merengue vino a Chamartín como el heredero del portugués cuando este bajara de nivel. Cristiano no ha bajado de nivel, pero ha decidido afrontar una nueva etapa, y ahí es cuando llega la hora de Bale.

Desde las oficinas blancas no quieren una nueva estrella, un fichaje revolucionario, quieren que Bale dé el paso de gigante que tiene en sus piernas. Todos sus admiradores reconocen que si al galés le respetan las lesiones y es regular es un jugador único. Con una pretemporada de goles y asistencias, Bale está dispuesto a convertir toda esa confianza en una nueva y exitosa temporada del Real Madrid.

Rebeldía con el Tottenham y llegada a Madrid

El mercado estaba a punto de echar el cierre, pero en el palco del Bernabéu se estaba preparando para dar la bienvenida a un nuevo galáctico. El Real Madrid preparó 100 millones de euros para sacar al galés de Tottenham. La batalla contra Levy no fue, como es habitual, una tarea sencilla. Bale se rebeló contra su presidente con un único deseo: recalar en el Bernabeu.

El extremo zurdo se negó a entrenarse con el conjunto inglés, esperando su llegada al Real Madrid desde la ciudad malagueña de Marbella. Y, finalmente, se acabó el culebrón. El 1 de septiembre de 2013, ambos clubes hicieron oficial el fichaje de Bale por el Real Madrid por una cifra superior a los 96 millones de euros, firmando por seis temporadas. En esa misma temporada recalaron en Chamartín Dani Carvajal e Isco Alarcón, dos piezas indispensables de este Madrid y de la selección española.

Cinco años de altibajos como merengue

Bale aterrizó en el Real Madrid con la etiqueta de "jugador británico y, por tanto, de difícil adaptación". Sin embargo, en su primer año, Bale fue héroe en Mestalla y en Lisboa. En una final, y contra el FC Barcelona, su velocidad volvió a brillar para ganar en carrera a Marc Bartra. El delantero tuvo incluso que salirse del terreno de juego en su desplazamiento con el balón. Esa carrera acabó en gol y en una Copa del Rey en el museo del Madrid. Días después llegó una final única. Lisboa esperaba a los madrileños equipos del Real Madrid y del Atlético de Madrid en un duelo histórico. El partido lo conocemos de memoria. Ramos anotó el gol en el minuto 93 y Bale en la prórroga iniciaba una remontada que supuso la deseada Décima. Después, con él en la plantilla, tres Champions más (2014, 2016, 2017 Y 2018 ). Un palmarés envidiable.

Sin embargo, la estrella de Gales ha tenido sombras: las lesiones. A pesar de su atlético físico, el jugador ha sufrido numerosas lesiones, especialmente en los sóleos, lo que ha provocado ausencias y un bajón de nivel que le apartaba, incluso, de la titularidad. Pero la calidad del delantero es indiscutible. Con un nuevo entrenador, con la confianza del presidente y con una afición que quiere apostar por él, Gareth Bale tiene todo para triunfar y ser recordado como una leyenda blanca.