Un profundo sueño del que no parece despertar. Un sueño, o más bien, una pesadilla. Una pesadilla en la que está inmerso en Valencia desde finales de agosto: su temporada. El murciélago sigue sin alzar el vuelo en una campaña que se tildaba de ilusionante e histórica y anda muy lejos de la cabeza de la liga y sin depender de sí mismo en la Champions

Reacción a medias

Comentar que la primera parte fue horrible sería estar faltando a la verdad. Ni horrible ni fabulosa. El equipo se marchó al túnel de vestuarios 0-1 tras el gol de Batshuayi y dominó el juego con una posesión estéril sin crear demasiadas ocasiones. Lo de siempre. La única diferencia con partidos anteriores es que esta vez la pelota decidió entrar. Aunque no acabó valiendo para mucho.

Daba la sensación de que si el equipo no se equivocaba en la segunda parte iba a irse de Suiza con tres valiosos puntos. Pero no fue así. Se equivocó por enésima vez. La empanada al comienzo de la segunda parte no es digna de un equipo de Liga de Campeones y en esta competición los errores son castigados hasta por el modesto arsenal ofensivo del Young Boys.  

Un error infantil de Parejo, una brújula que sigue sin marcar el norte, regalaba un penalti a los suizos para poner las tablas con más de media hora por delante. El decente primer tiempo fue echado por tierra en pocos minutos y bien pudieron caer más goles del lado local. Una reacción a medias.

¿Dónde están Marcelino, Rodrigo, Parejo,...?

Parece que no están. O no están o no aparecen. No están pero sí se les espera y con muchas ganas. Son los mismos jugadores del año pasado pero no lo parecen, no la pasan igual, no regatean igual, no rematan igual...

Excepto en la portería, en el resto de líneas del campo los futbolistas no parecen los mismos que tan bien compitieron el curso pasado. El equipo tiene muy poco y le falta mucho: no hay ideas ni creación, el gol brilla por su ausencia, el desborde es sinónimo de Guedes y poco más, etc. 

Irreconocibles los que están sobre el verde... y también los que están fuera. Se puede señalar a la plantilla pero con desastres como el de Suiza hay que buscar más responsables. Marcelino no parece acabar de acertar con los cambios, las rotaciones no son tan precisas como se esperaba y el innegociable esquema 4-4-2 ya no es tan negociable.

El cambio de dibujo a un 4-3-3 con Rodrigo enganchando detrás de los puntas y sin bandas lo dice todo. El técnico no sabe qué hacer para hallar el camino al gol y va a probar cualquier cosa. Todo dicho. Perdidos y la pesadilla no cesa. 

 

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