El Dépor logró sumar un punto in extremis ante Las Palmas en Gran Canaria. Un empate que, vistas las circunstancias del encuentro, suma un gran valor. Cuando todo parecía perdido, una aparición rabiosa de Domingos Duarte a tres segundos del final, ponía las tablas en el luminoso. Con el tanto del central luso, se confirman dos hechos: el primero, que el Deportivo tiene un bloque de jugadores sólido y ambicioso para luchar por todo. El segundo, que el equipo está abonado a sufrir hasta el último minuto. 

Un equipo superior en los duelos directos

El Deportivo está en la zona alta de la clasificación por méritos propios. Pese a todo tipo de contratiempos (lesiones, sanciones, obras en su propio estadio perjudicando a los socios), el equipo ha conseguido sobreponerse y llegar hasta prácticamente el primer tercio de liga pasado con solo una derrota en su casillero. Además, frente a los rivales teóricamente directos por el ascenso, el equipo ha sido superior con creces. Victorias ante Sporting y Granada y dos empates frente a Málaga y Las Palmas (en estos dos, si algún equipo mereció ganar, fue el Dépor). Natxo ha conseguido implantar su sistema a un equipo que, con apenas tres meses de competición, parece jugar de memoria.

Abonados a los goles sobre la bocina

Con el gol de Domingos Duarte en Gran Canaria la última jornada, los coruñeses suman cinco goles anotados en los últimos diez minutos de los encuentros disputados y siete en el último cuarto de hora. Unos goles que han dado puntos y muchas alegrías a sus aficionados. Esto no es más que el reflejo de un equipo y una hinchada que nunca se rinden. A diferencia de años anteriores, si por algo se distingue el Dépor de Natxo, es por su carácter competitivo. Un equipo que lucha de principio a fin y en el que cada uno de los jugadores son una pieza más en el puzzle que es el conjunto.