Nuevo partido en La Romareda, nueva oportunidad para salir de esta crisis de juego y resultados y nueva derrota para el Real Zaragoza. Esta vez a manos de un Granada lanzado y que mira hacia el ascenso directo, justo lo contrario que el equipo maño, el cual ya lleva más de dos meses sin conocer la victoria y se encuentra en puestos de descenso.

El comienzo de partido de los de Lucas Alcaraz no fue el esperado para un entrenador que debutaba en su estadio, viéndose completamente superados por el esquema y el juego del Granada, llegando tarde a múltiples balones y realizando excesivas faltas. También hubo falta de concentración e intensidad, como se ejemplificó en el primer gol visitante. En el minuto 16, en una jugada sin aparente peligro, un disparo lejano que rechazó Cristian Álvarez fue recogido por Fede Vico, el cual estaba completamente solo y superó al portero argentino. El segundo gol también fue un ejemplo de falta de concentración, una pelota perdida en la salida de balón acabó generando una falta innecesaria y peligrosa para los granadinos. La cual no desaprovechó el talentoso Vadillo para anotar un golazo por la escuadra y colocar el 0-2 en el marcador en el minuto 38.

Ante esta situación, los jugadores blanquillos sintieron una impotencia y rabia tremenda al verse ampliamente superados por el juego visitante. Esta actitud provocó la expulsión de Benito en un agarrón infantil a falta de dos minutos para el descanso, expulsión que acabaría con las pocas opciones que contaba el equipo. También hubo una acción de Cristian nunca antes vista en su etapa zaragocista, cogiendo un enfado tremendo con un jugador visitante e intentando levantarlo del suelo reiteradamente, ganándose así la cartulina amarilla. Con esta impotencia por ser inferior al rival y con una Romareda de uñas con su equipo se llegó al descanso.

El segundo tiempo comenzó con un tímido intento de reacción de los zaragocistas, más por vergüenza torera que por fútbol e ideas. El Zaragoza tuvo alguna ocasión de córner y sobre todo una falta excepcional de Zapater que detuvo el portero visitante. Pero esta leve reacción local duró pocos minutos y el Granada logró hacerse dueño y señor del partido. Aprovechando su superioridad numérica obtuvo por completo la posesión de balón y sin la necesidad de generar ocasiones consiguió dormir el partido y vencer fácilmente sin sufrir.

El Zaragoza no tuvo ninguna forma ni idea de inquietar a los andaluces, llegando a desesperar a su afición, la cual ya está harta de los resultados y el juego del equipo en los últimos dos meses. La propia afición de La Romareda llegó a ovacionar los continuos pases sin peligro de su equipo en forma de burla, siguiendo el dicho de "reír por no llorar". Se ha abierto una grieta importante entre un equipo y una afición que parecían estar más juntos que nunca después de la segunda vuelta del año pasado, y solo será subsanada a base de victorias y de acabar con esta mala racha cuanto antes.