Al fin, después de ocho partidos sin ganar (nueve contando el de copa ante el Cádiz), el Real Zaragoza volvía a probar el pasado lunes el dulce sabor de la victoria. Lo conseguía en el Nou Estadi de Tarragona, un estadio donde los maños no habían conseguido vencer hasta el año pasado en partido de competición regular. La situación empezaba a resultar asfixiante, tanto para los propios jugadores como para la afición, por lo que el triunfo debía ser obligado para poder abandonar los puestos de descenso. Y así fue. El Real Zaragoza vencía al Nàstic de Tarragona y dejaba atrás la mala racha de resultados que lo hundía cada vez más en la tabla clasificatoria. Pero no iba a ser lo único que abandonara el conjunto blanquillo durante el asalto al Nou Estadi. El sistema de juego que implantaron Natxo González y Lalo Arantegui la temporada pasada, con el famoso rombo en el centro del campo, evolucionaba hacia un clarísimo 5-3-2.

La sublimación del rombo

Natxo González supo ejecutar el esquema del rombo de forma magistral en el segundo tramo de la temporada, encontrando, además, un once tipo con futbolistas que se adaptaron perfectamente a la manera de jugar. Parecía claro que los inquilinos del centro del campo eran Eguaras como pivote, Guti y Zapater como interiores y Papunashvili en la mediapunta. En otros partidos, Javi Ros entraba por Zapater y Febas se jugaba el puesto con Papu y Buff, pero la forma de jugar no cambiaba, todos conocían su rol en el campo.

El sistema favorecía la subida de los laterales, con Lasure fijo en la izquierda y Benito y Delmás jugándose el puesto en cada partido debido al alto nivel de ambos. Los laterales, que abrían el campo y llegaban hasta línea de fondo, dejaban espacio a los interiores por dentro y daban opciones de pase a estos y al pivote, Íñigo Eguaras, el timón del Real Zaragoza, por quien pasaba todo el ataque. Con un delantero como Borja Iglesias, que fijaba a los centrales en una parte alta del campo, el mediapunta podía recibir en una jugada vertical y arrancar hacia puerta para disparar, o filtrar el último pase a los delanteros, por lo que se creaba peligro en el área tanto por fuera (por medio de los carrileros) como por dentro (con interiores y mediapunta). Así, con un esquema de juego bien aplicado, el Real Zaragoza acabó la temporada en tercera posición, pudiendo jugar los playoffs de ascenso a Primera División.

Caída del sistema

Sin embargo, esta temporada, pese a mantener el sistema en la mayor parte de los partidos, no se ha alcanzado esa excelencia en la ejecución del rombo que sí consiguió Natxo González. Para ser justos, hay que recordar que Imanol Idiákez no pudo contar desde el inicio con ninguno de los cuatro centrocampistas titulares de la pasada campaña. Las lesiones hicieron estragos en el equipo y el entrenador incluso tuvo que recurrir a Verdasca como pivote en los primeros partidos de liga. James Igbekeme sostenía al equipo durante estos partidos y la aparición de Alberto Soro era un soplo de aire fresco para un equipo mermado físicamente. Pero James caía lesionado y, a su vuelta, no volvió a parecer el mismo jugador que deslumbró a La Romareda en esos primeros encuentros. Poco a poco fueron entrando Zapater y Eguaras, ambos sin realizar pretemporada y lejos de su máximo nivel. Además, el míster introducía como interiores a Javi Ros y Zapater, una pareja que, como ya se vio en la primera vuelta de la pasada campaña, no carbura demasiado bien en ataque, aunque el navarro, desde pretemporada, está física y mentalmente un escalón por encima de los demás.

Sólo los laterales parecían estar a pleno rendimiento, con Alberto Benito como protagonista en muchos de los partidos. En la parte de arriba, la ausencia de Borja Iglesias, en un sistema de juego que parecía hecho a su medida, se intentó suplir con Marc Gual y Álvaro Vázquez. Idiákez sorprendía a todos cambiando el esquema de juego a un 4-3-3, dando entrada a los dos delanteros catalanes junto a Pombo en la parte de arriba. Parecía funcionar correctamente, como se demostró ante Las Palmas y Oviedo, pero en el momento en que James cayó lesionado el centro del campo acababa desmoronándose en las segundas partes de los partidos. En el encuentro contra el Albacete, Pombo retrasó su posición a la de mediapunta y, desde entonces, debido a la mejoría que mostró el equipo y a las lesiones de Marc Gual y Álvaro Vázquez, el rombo volvió a aparecer en las vidas de los zaragocistas (con distintos protagonistas) hasta el pasado choque en Tarragona. 

Evolución del esquema

Tras dos partidos con Lucas Alcaraz en el banquillo maño, en los que el técnico granadino no había conseguido enmendar los errores en el engranaje del sistema, por fin, se decidía introducir una variable. El 4-1-2-1-2 pasaba a un 5-3-2, que en posiciones de ataque evolucionaba a un 3-5-2. Además, Alcaraz realizaba numerosos cambios de jugadores con respecto al once que había presentado una semana antes en La Romareda frente al Granada. Las novedades eran notables, con Delmás y Perone sustituyendo al sancionado Benito y a Simone Grippo, lesionado de gravedad; Nieto entrando como tercer central, una posición inédita para él; Javi Ros por Zapater y Pep Biel por Óliver Buff, que había caído lesionado durante la semana anterior.

El cambio de sistema es evidente, pero la forma de jugar no varía demasiado. La profundidad de los laterales/carrileros sigue siendo protagonista, pues en posiciones de ataque son dos jugadores ofensivos que se suman. Si se ve una diferencia clara, y es que, depende del lado por el que se ataque, es el central más próximo al lateral el que se ocupa de cerrar el espacio que deja con su subida, por lo que en el momento en que se pierde el balón, el esquema facilita la defensa ante balones cruzados. Nieto y Verdasca respondieron de manera notable en este tipo de jugadas, lo que aportó una seguridad que en otros partidos no existía. Además, la seguridad mental que da a los jugadores jugar con un tercer central está implícita, por lo que el juego psicológico también afectó de manera positiva.

Si en defensa se gana un efectivo, la línea que lo pierde es el centro del campo. Lucas Alcaraz introducía a Eguaras como pivote y a Javi Ros y Pep Biel como centrocampistas más adelantados. El balear, sin embargo, aparecía una línea por encima de Javi Ros, incrustándose como mediapunta en muchos tramos del partido. Se vieron minutos de buen juego, donde Eguaras volvía a parecer el futbolista que se recordaba. La circulación dejaba de ser horizontal como en partidos anteriores, y se tornaba a todo lo contrario. La verticalidad en los pases era evidente y los carrileros atacaban con mayor libertad. Pero, excepto esos minutos en los que Eguaras encontraba a Pep Biel y este conseguía asociarse con Pombo, (el hombre que lleva el peligro del Real Zaragoza en sus botas) no se alcanzaron las cotas de buen fútbol que el equipo dejó en la segunda parte contra Las Palmas en La Romareda, la referencia que debe tomar el equipo para conseguir una mejora sustancial.

El cambio de sistema pudo ser uno de los factores de la victoria del Real Zaragoza, pero, por la generación de ocasiones que se pudieron ver, no fue la clave del partido. Los errores individuales en defensa siguen lastrando al equipo, como se puede apreciar en el error de marca en el gol del Nàstic. El rival se encontraba también en un mal momento, un factor que pudo ayudar a que el equipo maño pudiera dar la vuelta al marcador. Los dos primeros goles del Real Zaragoza llegan por jugadas a balón parado; el primero en un córner botado por Javi Ros que toca en Djetei para colarse en la meta de Becerra, y el segundo tras una falta ejecutada por Pep Biel. El tercero, llega por una jugada de pillo de Álvaro Vázquez, que lee perfectamente el pase del lateral grana a su portero y lo intercepta para batir al meta con gran maestría. Ninguno de los tres tantos maños llega mediante la creación de juego. Siguen sin verse pases filtrados al área para que los delanteros dispongan de oportunidades, por lo que Lucas Alcaraz deberá incidir más durante esta semana en esta idea. La confianza en el entramado defensivo sí parece haber aumentado, pero mientras no se consiga frenar la sangría de errores individuales, esa seguridad acabará por no servir de nada.

Así pues, se ha visto una pequeña mejoría en el equipo que puede venir desde el cambio de jugadores hasta la propia evolución del sistema, pasando por las circunstancias que atraviesa el equipo rival. Si Lucas Alcaraz decide, como así parece, mantener ese esquema en el partido del sábado frente al Mallorca en La Romareda, se podrá ver realmente su influencia en el juego del equipo. Pero cabe destacar que lo que sí es una realidad es la irrupción de la cantera en el primer equipo del Real Zaragoza. Nieto, Delmás y Pep Biel han sabido aprovechar su oportunidad. Con ellos, el equipo suma efectivos, aumentando la competencia en puestos clave para el funcionamiento del equipo, algo que supone una gran noticia para Lucas Alcaraz.